lunes, 18 de julio de 2022

Lo que es la SAD Atlético de Madrid...

Es una puta mierda. La SAD Atlético de Madrid, controlada por Miguel Ángel Gil Marín, Enrique Cerezo, y ARES Management, a través de Atletico HoldCo, es UNA PUTA MIERDA. No lo vamos a ocultar hasta el final ni a haceros perder el tiempo si habéis entrado a leer este texto. Hace mucho que no escribía sobre el Atlético de Madrid, pero este es un texto que he podido escribir muchas veces en esta última temporada de muchas formas posibles. No lo he hecho hasta hoy. Cuando ya ha colmado el vaso.

Antes de nada, hay que establecer dos partes. Una parte, saber lo que es el Atlético de Madrid (a partir de ahora Atleti), su esencia y su sentimiento, depositado en el alma de cada uno de los seguidores rojiblancos. Otra parte, definir lo que es la SAD Atlético de Madrid (a partir de ahora SAD), engendro nacido de la apropiación indebida del "Gilismo" en 1992, que en los últimos meses ha decidido declarar una guerra abierta contra lo que es la esencia, el sentimiento y la idiosincrasia del Atleti.

En la primera parte, mucha gente de diferente pelaje y condición unida por una misma pasión y un mismo club, auténtico motor del club y la gasolina que la SAD necesita para funcionar, por mucho que piensen en los clientes de allende los Pirineos y otras fronteras más lejanas. Pero también una turba de gente pasiva, inmóvil ante el expolio y degeneración del Atleti desde hace 35 años a esta parte. Los medios han vendido una imagen de la SAD, ayudados por la financiación en favores, entrevistas y comilonas que les ha otorgado la propia SAD, y un amplio sector de la gente la ha comprado. Y ahí siguen con el "Juego del Trilero". Tres vasos, una bolita que representa la auténtica historia de cómo funciona la SAD, y otros dos vasos vacíos que usan a conveniencia. Unas veces para llenarlos de ilusión y medias verdades. Otras veces para vaciarlos y vender miserias.

Porque la SAD es esa empresa que ha decidido ir abiertamente en los últimos meses contra el último reducto del Atleti que queda en pie. Pudieron conseguir el club sin poner un duro, hacer innumerables operaciones ficticias que llenaron los bolsillos de la mafia gilista pero vaciaron la tesorería de un club ya tocado en temas económicos, alquilaron el Calderón al propio club para seguir haciendo negocio, compraron a malos jugadores que pagaron vendiendo a los pocos buenos que hubo en muchos años, lo descendieron para cobrar el millonario seguro que contrataron, han hecho un pelotazo urbanístico con el cambio Calderón-Peineta, prostituyeron el escudo que unía por el logo que dividía, han prostituido la camiseta y no contentos con ello, amenazan a través de sus voceros y sus portavoces con micrófono y pluma con llevar a cabo el fichaje más esperpéntico de la historia de la SAD y del Atleti. Quieren atacar a su aficionado, a su cliente más fiel, al que no ha abandonado nunca ni en las buenas ni en las malas. A esos que van al destierro del Páramo de Coslada/Las Musas y llenaban el Calderón en el infierno de Segunda.

La SAD va ya a cara descubierta contra los suyos. Aquellos fieles clientes sin dignidad y sin perdón que llevan 35 años soportando afrenta tras afrenta. Yo entre ellos. Esos que aguantaron las bravatas de Jesús Gil y Gil, como "el socio del Atleti, el que no tiene una hija puta tiene un hijo drogadicto". Esos mismos que aplaudieron a rabiar al palco una fría noche de 22 de diciembre de 1999 creyendo que la intervención judicial de la Guardia Civil era una estratagema contra el propio Jesús Gil por sus ideas políticas, y no lo que ha resultado ser, la constatación de la comisión de un delito llamado "apropiación indebida, simulación de contratos y estafa contable". Que esto no lo digo yo, lo dice todo un Tribunal Supremo. 

Esos mismos fieles clientes-seguidores que sólo "intentaron asaltar el palco" cuando la pelota no entraba con jugadores mediocres. Nunca por el abandono del Calderón, por el intento de traslado durante décadas, por la prostitución de los símbolos más sagrados de un club de fútbol, escudo y camiseta. Ni siquiera por el hecho deportivo más grave de la historia del club, el descenso provocado del año 2000 con una plantilla que aspiraba a jugar la Liga de Campeones. En el colmo de la indignidad y la infamia, todos se volvieron hacia los jugadores sin apenas mirar al palco aquel día del lanzamiento de huevos y sillas en un Atleti-Sevilla ya descendido el equipo. Y para rematarlo, los pocos que abrieron los ojos de inmediato y lucharon por demostrar la verdad sufrieron los insultos, vejaciones e intentos de humillaciones de una inmensa mayoría que nunca hizo nada por recuperar el Atleti que tanto les apasiona.

Y en este caldo de cultivo, la SAD siempre 'Pesca en Río Revuelto'. Unos contra otros por el traslado, el escudo o el logo, la camiseta, y también por si el sueldo del entrenador es merecido, la forma de jugar es divertida, los éxitos del club son suficientes o los fichajes realizados son tejemanejes porque no hay un duro o buenas inversiones cuando alguna vez, por accidente, aflojan la billetera (ya ni siquiera se habla si el jugador es bueno o malo para el método Simeone); mientras los dos del palco y sus nuevos socios se siguen llevando el dinero que tanto trabajo le cuesta ganar a Simeone sobre el césped con cuatro arqueros, dos pistolas de agua y un par de paquetes de utensilios de cocina de plástico.

Mientras nos tiramos los trastos a la cabeza porque los Insiders del Mundo Atlético dan 300.000.000 de nombres que han leído en los grandes medios de comunicación, de los cuáles aciertan uno o ninguno como es lógico; nos matamos porque uno ha decidido dedicarse a sacar espacios para despotricar contra todo lo que no le gusta de la plantilla y cuerpo técnico del Atleti, y salen 800.000.000 de expertos en 'Preparación Física Twittera' que saben todo sobre cargas, volúmenes, intensidades, repartos de cargas, adaptaciones, readaptaciones, planes preventivos, integración en la metodología de trabajo del equipo de los nuevos fichajes o cuestas... los dos de siempre se vuelven a ir de rositas otro verano por lo deportivo y lo extradeportivo.

Por lo deportivo, porque no hay un duro que no hayan trincado en una plantilla que nació coja para ser campeona de liga, se acentuó la cojera para defender el título, le amputaron al único lateral derecho que tenía por 4 duros a uno de los nuevos ricos de Europa para jugar con inventos, y ahora no va a poder curar todos sus defectos de configuración porque son expertos en la teoría de la manta. Si la manta te cubre la cabeza, destapas los pies; si la manta tapa los pies, deja la cabeza al descubierto. Con tantas carencias que tiene la plantilla (falta de centrales para jugar con 3, sin lateral derecho, sin un 9 de garantías, con un MC que llega gratis por un año porque no hay dinero...) y este verano sólo se solucionarán dos o tres. Y a pedirle nuevamente a Simeone que gane el Grand Prix de Mónaco, la NBA, el US OPEN, el Mundial de Qatar, el campeonato de Petanca de Villavicencio de Valverde de Movistar, la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Invierno en Hockey Hielo, LaLiga Santander y la UEFA Champions League. Y porque la Superliga de Florentino Pérez aún anda en los tribunales, pero todo se andará...

Y en lo extradeportivo, todo lo que ya sabemos. Han dado un pequeño paso adelante con la comisión social, pero en todo lo demás buscan el enfrentamiento abierto con aquellos que les han sido fieles en exceso durante 35 años, sin casi generarles cosquillas con su presión. 

Un Paseo de Leyendas que no contenta a nadie, ni a veteranos ni a aficionados, en el que se reclama eliminar las placas de los que no fueron respetuosos con su antiguo club en algún momento de la historia. 

Una camiseta horrenda en homenaje a los meandros del Manzanares (de los que no han dudado en huir por dinerito fresco en sus bolsillos, más bien un homenaje al gesto muy torcido del CEO) en contraposición a una cuarta camiseta que salió tarde, mal y en cantidades limitadas exclusivas para la que la afición del Atleti respondió en masa para conseguirla. 

Una carta al aficionado tras renovar los carnets de abonados y no abonados justificándose y atacando al aficionado de no entender los cambios tan positivos y buenos que ellos hacen pensando en su bolsillo, y no en el bienestar del Atleti y sus fieles.

Incluso apropiándose de la famosa estatua de la mayor leyenda del Atleti y su sentimiento, pagada con el dinero de las aportaciones de los aficionados rojiblancos, y donada para su exhibición en los alrededores del nuevo Estadio (que para echarle más leña al fuego aún conserva el nombre del anterior patrocinador sin que nadie haya querido evitar este sin sentido comercial).

Como las ganas de provocar y humillar a sus clientes más fieles no cesan en las Oficinas del Páramo, la brillante ocurrencia de vender la posibilidad de traer a la leyenda portuguesa del vecino para intentar contentar a Simeone raya lo obsceno. No caben los golpes de pecho del aficionado del Atleti porque siempre estuvo inmóvil o poco activo para cosas más importantes que un fichaje, pero tampoco se puede tolerar que la guerra que el club busca provocar con los suyos llegue hasta el punto de pretender el fichaje de un jugador que siempre que ha podido se ha burlado con gestos y provocaciones al aficionado rojiblanco en los derbis. Ni cabe imaginar qué sentido tiene que algún lumbrera de los despachos de la SAD haya creído que la forma de remontar la venta de camisetas sea el fichaje de un jugador histórico en su declive (opinión, no información). La edad no perdona, el tiempo no se puede parar, y el luso con 37 años ya ha jugado sus mejores partidos. Y sí, Simeone quiere ganar partidos y títulos, pero no parece que este Cristiano Ronaldo que tanto suena a día de hoy para el Atleti esté destinado a ganar muchos más títulos de aquí en adelante.

En todo esto, la gran reflexión en lo deportivo en lo referente al Gilismo es que, salvo tres excepciones y media contadas (Futre, Agüero, Forlán y Falcao a medias), el Atleti no puede fichar a los grandes jugadores del mundo en su mejor momento. O no quiere hacerlo. Se tiene que conformar con fichar para Simeone jugadores muy buenos, con buena pinta, que pueden crecer y alcanzar la élite absoluta en el Atleti (casos de Griezmann, Carrasco, Correa, Oblak, Savic, Miranda, Godín, Filipe Luis, Diego Costa...) pero que no siempre salen bien por cosas del fútbol (Jackson Martínez, Vietto, Vitolo, Cerci, Gaitán...). O a grandes cracks cuando comienzan a venir a menos.

En lo extradeportivo, la SAD Atlético de Madrid controlada por el Gilismo es una puta mierda que hay que combatir con todas nuestras fuerzas, sin ataques de falsa dignidad ni orgullo mal entendido, y sí con las ganas de recuperar todo lo que representa la idiosincrasia del Atlético de Madrid que existía antes de 1987.

domingo, 20 de octubre de 2019

La fábula de "La Pizza y el Atlético de Madrid"

Me vais a disculpar el desorden que existe aquí, pero hoy me apetece contaros una historia. Dado el debate que se ha montado sobre las declaraciones de Simeone en su entrevista en El Larguero del pasado jueves, os voy a contar una reflexión que he tenido tras escuchar este viernes a Pablo Parra y Adrián Gómez, periodistas de Radio Marca, sobre el debate de la pizza que está elaborando Simeone en el Atlético de Madrid. Me hizo gracia, porque en un momento dado llegaron a asegurar que "con los ingredientes que tiene puede hacer una pizza mejor que los años anteriores".

Y a mí se me ocurrió pensar en el pasado, cuando el Atlético de Madrid ganaba una Copa del Rey en 2013 en casa del Madrid frente al enemigo de blanco, una Liga española en 2014 frente a los colosos Real Madrid de Cristiano Ronaldo y FC Barcelona de Leo Messi, y alcanzó dos finales de la Champions League en Lisboa y Milán que acabó perdiendo, pero a las que llegó dejando por el camino a grandes nombres como FC Barcelona, Chelsea, AC Milán o Bayern Münich sin ser el gran favorito en ninguna edición y sin tener un presupuesto que le colocase entre los 10 mejores clubes de Europa en lo económico.

Insisto, perdonad el desorden porque está todo patas arriba y sin colocar desde hace mucho tiempo, pero aquí va la historia:

Había una pizzería en un barrio del sur de Madrid que llevaba muchos años siendo un bar con fama y potencial, sirviendo buena comida, dependiendo de lo que le trajeran sus proveedores. Era un sitio en el que tomarte una pizza con amigos y familia, para todo tipo de públicos, con una identidad reconocible y un pasado con mucha gloria. Varios cocineros y gestores habían puesto el nombre del restaurante entre los mejores de la ciudad y del país. Problemas económicos obligaron a que la calidad de las pizzas bajara, pero el sitio mantuvo su identidad hasta que en 1987 llegaron nuevos gestores al local.

Los gestores vinieron con muchas mejoras debajo del brazo, en teoría. Entre ellas, la incorporación de varios reputados jefes de cocina y uno de los mejores 'pizzaiolos' del momentos. Sin embargo, la falta de humildad y de conocimiento de los gestores del público al que se referían, y sus intenciones de usar la pizzería como parte importante de su grupo de empresas con el que ganar dinero única y exclusivamente, lastraron durante mucho tiempo a aquel respetable negocio.

Los gestores se hicieron con la propiedad del negocio de espaldas a todo el barrio y la clientela, hasta entonces copropietarios de la pizzería. Cambiaron de proveedores, bajando la calidad de las comidas que ofrecían. Muchos chefs, cocineros, pinches, camareros, jefes de sala iban y venían en aquel restaurante durante años. El diagnóstico era similar en muchos: "Con estos ingredientes es complicado trabajar". De vez en cuando, con ganas de trabajar y con un equipo humilde y comprometido, se lograban cosas. El año 1996 fue especialmente bueno para la pizzería. Pero aquello no tuvo continuidad ni se intentó construir una base para fortalecerlo.

Cuatro años después, el local veía como su categoría entre la crítica pasaba de restaurante de primera a restaurante de segunda. Por fortuna, un viejo y sabio chef amado por los clientes habituales del lugar, y viendo el desaguisado que estaban formando los gestores y dueños, intervención judicial mediante, quiso venir a salvar a la pizzería del desastre. Con mucho trabajo y sudor, con mucha gente nueva, el restaurante recuperó su categoría dos años después. Pero aunque recuperase su categoría, le faltaban muchas cosas para ser el viejo restaurante que se había ganado su fama con trabajo, esfuerzo, coraje y corazón. Los jefes de cocina, ayudantes, camareros y resto de trabajadores iban y venían. Los gestores permanecían año tras año enriqueciendo sus bolsillos en operaciones que la Justicia calificó como "Apropiación Indebida", "Estafa delictiva", "Fraude de ley"... entre otros varios delitos que cometieron contra la propia pizzería. Hasta tal punto llegaba la locura que el negocio pagaba alquiler a una empresa de uno de los gestores después de que los mismos gestores, con la ayuda entonces de una empresa del presidente de una pizzería rival en la ciudad, vendieran la propiedad del local a una de las empresas del CEO.

Dando tumbos, se recuperaba cierta grandeza en lo gastronómico, pero el impacto de lo económico lastraba la salud del negocio. La amenaza de la quiebra era real. Se ganó algún galardón importante mientras la salud económica peligraba. Y justo cuando aquel desastre económico estuvo a punto de causar un grave problema a la propiedad con los clientes habituales y pasajeros del negocio por la elección de un mal jefe de cocina, llegó a la institución un antiguo cocinero con mando en plaza. Muy amado por su carácter y trabajo en el lugar, los clientes vieron en él un halo de esperanza al que agarrarse. Y vaya si tenían motivos para ello.

Aquel hombre, argentino de Buenos Aires pero cuya alma había nacido en la ribera del Manzanares, lo volteó todo y el local volvió a funcionar a pleno rendimiento poco a poco. Con ingredientes normales sacó una pizza de autor, con éxito en el restaurante y ganadora de dos premios importantes a nivel europeo a los pocos meses de llegar. Trabajó con los proveedores para obtener mejores ingredientes a bajo coste para la economía del local, y los éxitos a nivel doméstico llegaron. Y el crecimiento económico, la expansión por la ciudad, el país y el mundo, la mejora a todos los niveles, una nueva imagen de marca que no convence a buena parte de la clientela, un local más grande y espacioso en un barrio a las afueras de la ciudad, lejos de las raíces del club. Los gestores respiran tranquilos porque, al fin, el flujo de dinero está garantizado gracias al jefe de cocina.

Simeone, la pizza y el estilo

Todos tenemos claro que hasta ahora he hablado del Atlético de Madrid exitoso de los 60 y los 70 con Vicente Calderón al mando y una excepcional generación de jugadores en sus filas durante 20 años, de la llegada de los Gil al club, la apropiación indebida, los negocios oscuros, el milagro de Antic y el Doblete, la intervención judicial, Luis Manuel Rubí, el descenso, la vuelta de Luis, el ascenso, los años dando tumbos, los seis meses de Manzano y la llegada de Simeone que ha dado un giro radical a todos los acontecimientos de aquellos años justamente inmediatos a diciembre del 2011.

A Simeone, que con buenos ingredientes de ciertos proveedores fue capaz de ganar Copa del Rey en 2013 y Liga en 2014, y llevar al Atlético de Madrid a su máxima regularidad europea entre 2014 y 2017, sin bajar de cuartos de final, ahora le exigen que "cambie el menú". El menú de un restaurante que cuando era personal, con su estilo propio y sus propios platos, funcionaba con mucho éxito. No consiguió el premio gordo, pero todo el mundo sabía a lo que se enfrentaba cuando tenía en frente al Atlético de Madrid. Y eso era el mayor éxito de todos, ser un equipo reconocible, con un estilo propio que funcionaba y acercaba a las victorias.

Ahora, la gente quiere que lo que es una pizzería de vuelta al éxito tras muchos años lejos de él que, tras más de 30 años con los mismos gestores y con los mismos vicios, comprar barato para vender a precio de saldo y pillar su comisión, pase a hacer todo tipo de platos sin saber si ese jefe de cocina se siente a gusto o conoce bien como hacer otro tipo de platos en vez del tipo de cocina que le gusta, y le ha llevado a situarse entre los mejores. Mucha gente, fascinada por la inmensa oferta de la gastronomía futbolística, pide nouvelle cuisine y platos tradicionales en la misma carta. Y al final, la sabiduría popular se impone. "El que mucho abarca, poco aprieta", dicen.

Con los peores ingredientes que ha tenido desde su llegada, a Simeone le piden que haga la mejor pizza desde que llegó. Y en otros lugares de este mundo del fútbol, donde son afines a 'otras pizzerías de mayor glamour y éxito', venden que en el restaurante del Cholo "hay ingredientes para hacer mejor pizza que antes". Mejor que cuando se ganó la Liga y se jugaron dos finales de Copa de Europa... No lo creo. Permítanme esa osadía.

Le intentan rebatir con que "el que come mucha pizza, la acaba aborreciendo". No. Oiga. Mire. Si yo voy a mi nevera y sólo veo huevos y carne, sólo puedo hacer recetas con huevos y carne. Puedo empanar la carne si encuentro pan en la cocina, puedo hacer huevos fritos con carne, puedo inventarme algo con alguna especia, aderezo o guarnición que disponga, pero no puedo convertir en pescado y verduras la carne y los huevos. Si tengo masa de pizza, me dedico a hacer pizzas. Si tengo buen marisco, presento una buena mariscada, ya sea fresca o la pase un poco por la parrilla o el cocedero, depende del cliente, el producto y el día.

Otro verano más, se obvia que Simeone ha perdido a gente clave. Este verano más pérdidas que ningún otro. Salieron los últimos veteranos del núcleo duro (Godín, Juanfran, Filipe Luis), se marchó la estrella (Griezmann), y se fueron futbolistas de peso capital en la plantilla (Lucas y Rodrigo Hernández). Ya el verano anterior abrieron la puerta de salida gente que mantenía vivo el sentimiento de pertenencia al club como Gabi y Torres. El núcleo duro que hay ahora no es suficiente. Saúl, Koke, Oblak y Giménez no son suficientes para extender el Cholismo en el vestuario, y aunque hay brotes verdes (las llegadas de Lodi y Trippier, varios momentos de Vitolo, los minutos de Herrera y Felipe Monteiro), no todo es oro que reluce.

Lemar sigue sin dar señales de aquel jugador que en el Mónaco parecía una estrella en ciernes, Vitolo y Savic son jugadores frágiles en lo físico, el mensaje del Cholismo no ha calado del todo al vestuario, la responsabilidad de ser la estrella no se asume, bien porque es muy prematuro (Joao Félix), bien porque no es su papel (Morata), bien porque la exhuberancia física del pasado se fue en silencio (Diego Costa), o bien porque falta rabia y acierto en el remate (los tres); o porque los numerosos cambios en los jugadores que deben interpretar el estilo del pasado aún no están lo suficientemente interiorizado en los futbolistas como para ver automatismos. Esto debía ocurrir. Cuando cambias todos los años varias piezas del puzzle, algún año no vas a encontrar la pieza que de verdad te hace falta o que necesitas para completarlo.

Y es que esto del fútbol no se trata únicamente de hacer una receta buena con los ingredientes que se disponen. Se trata de servir el plato presentable y vistoso, que le apetezca comérselo al cliente, y que, por encima de todo, salga a competir a un campo de fútbol, a exponer que su receta sirve para ir enfrentando la mayor cantidad de retos posibles y sumando 3 puntos de 3 puntos cada semana. Los entrenadores no viven de hacer buenas recetas, viven de que esas buenas recetas sirvan para ganar la mayor cantidad de partidos posibles. Y mientras se debate sobre el estilo, la pizza y demás, el Atlético de Madrid sigue a un partido de distancia del líder en liga y en el primer puesto de su grupo en Liga de Campeones... al menos hasta el próximo partido, en el que recibe el martes en el Metropolitano al Leverkusen. Luego, el sábado al Athletic de Bilbao también en casa.

Pizzas hay de muchas clases y muchos estilos. Unos días, en un partido, y valga el símil entre la labor de un 'pizzaiolo' y la de un entrenador de fútbol de élite, el partido te pide una pizza cuatro quesos porque el rival de enfrente te exige unos matices concretos... y al día siguiente, si la pizza cuatro quesos te salió muy bien y dio resultados, no vale porque el siguiente rival la hace mejor que tú, o sabe como contrarrestar el sabor del queso. Entonces, como entrenador, te toca pensar qué puede mejorar respecto al partido anterior y plantear una pizza nueva.

No deja de ser una pizza con su base y su masa, y aunque haya ingredientes esenciales que nunca cambian en una pizza, hay otros que varían y cambian el sabor y el gusto del resultado final. Otro día harás pizza carbonara, pizza con atún, pizza sin salsa de tomate, pizza con masa gruesa, masa fina, con queso mozzarella, con queso suizo, con queso manchego, con piña, sin piña, con carne, con bacon, con atún, con cebolla o sin ella... No dejan de ser pizzas y no deja de ser fútbol. Pero admiten tantos matices e ingredientes que hay que ser un poco inteligente para mirar en profundidad ese mensaje de Simeone. Discúlpame Cholo, pero yo no creo que fuera improvisado y espontáneo. Sabías muy bien porqué elegiste la pizza, y que todos se quedarían mirando al dedo que apunta a la luna, y no hacia la propia luna.

Si miramos a la luna, el técnico argentino no se cansa de repetirlo. "Somos un equipo nuevo, que nos falta mucho trabajo y mucho por mejorar, y que no tenemos equilibrio para interpretar los momentos de cada partido pero no dudo que lo encontraremos". Y aunque ayer los cambios que hizo Simeone claramente empeoraron las prestaciones del equipo en la segunda parte, no me cabe ninguna duda sobre lo que dice Simeone. Está en lo cierto porque él ha dado resplandor, como 'pizzaiolo'/entrenador de fútbol, a lo que era una pizzería de éxito venido a menos que hoy vive sus días de vino y rosas, y hace dramas por una mala digestión de un mal resultado tras un buen menú y una buena preparación de los ingredientes.

No se puede desconfiar de las decisiones del tipo que te llevó a disfrutar del fútbol en la cima, por mucho que haya errores en la gestión del equipo, del juego y de la plantilla. Todo lo contrario es confundir y estar confundido.

miércoles, 4 de abril de 2018

Tierra quemada por un escudo

Hace mucho que no me paraba a escribir en este blog. Y sólo lo ocurrido en las últimas semanas con la movilización por el hashtag en redes sociales #ElEscudoNoSeToca me ha hecho abrir de nuevo este espacio oxidado y vetusto, y volver a darle utilidad. Se hace necesaria una pequeña (quizás no tan pequeña, lo siento) reflexión acerca del logo (usaré este término para referirme al nuevo emblema del Atlético de Madrid) y de la vuelta al escudo de 1947 (usaré este término para referirme al emblema que los por aquel entonces socios del Atlético de Madrid aprobaron en asamblea). Puede que más de uno, al separar entre logo y escudo, ya haya dejado de leer estas humildes líneas. Les animaría a seguir, pero cada uno es dueño de sus palabras, hechos, silencios y lecturas.

Prosigamos. Lea quien lea. No estoy aquí para contentar al resto, sino para exponer lo que yo siento. No lo que pienso. Esto no va de pensar. Va de sentir. Y de hablar del logo presentado en un acto en diciembre de 2016 que en teoría servía para terminar de detallar lo que sería el nuevo estadio del Atlético de Madrid y su patrocinador en el nombre del recinto. Lo que al final también fue la maniobra oculta, sibilina, con nocturnidad y alevosía de presentarnos el logo que ahora llevan los futbolistas rojiblancos junto al corazón. Oscurantismo y malos negocios. Como todo con "La Familia Gil" en este club desde 1987. Un golpe bajo que desde el primer minuto no fue aceptado por buena parte de la masa de seguidores rojiblancos. Porque no se trataba de "evolucionar" o de "modernidad". Nadie en esta afición esta en contra de buscar nuevas fuentes de financiación que permitan mantenerse en la élite europea del fútbol ni en contra de la evolución. No es una cuestión de forma. Es de fondo. Reducir todo esto a una simple cuestión de gustos o de evolución es una broma macabra.

Una vez más, el aficionado atlético fue ninguneado. Bastante tenía ya con afrontar el exilio de un lugar, el Vicente Calderón, donde se había construido una identidad y una forma de entender el fútbol. La vinculación entre club y comunidad de aficionados, algo que ahora seguimos sin entender a pesar de que además de nuestro club de élite también seguimos a un equipo de fútbol modesto, de barrio, de la cercanía o inmediaciones del área en el que vivimos, y con el que nos vinculamos también emocionalmente por ese contexto de "cercanía a mi hogar - facilidad para entablar una relación más cercana y fluida con el mundo del fútbol - familiaridad de lo pequeño y cercano". Volviendo al tema del estadio y el escudo, el aficionado atlético recibía la puñalada en el corazón de frente y la recibía por la espalda también al mismo tiempo. Una especie de suerte de doble muerte identitaria. Se especulaban, y con razón, posibles cambios del himno, vinculaciones con el inversor asiático ahora huido y desvinculado, ya solo presente en la fachada del estadio como "Wanda Metropolitano". Para una afición tan romántica como la del Atlético, y tan apegada a sus valores y su identidad, este cambio no se trata de cualquier cosa. Hablamos de UNA AFRENTA. ASÍ, EN MAYÚSCULAS. MÁS CLARO NO LO PUEDO DECIR.

El ruido de las protestas en redes sociales y en el estadio de los primeros días tras conocerse el cambio, huelgas de animación incluidas, se fue apagando. O quizás postergando, a la espera de mejor oportunidad. Y esa oportunidad ha llegado. El primer indicio de lo que sucede, la prolongación en el tiempo de las ofertas en la tienda del club. Algunas desde el derbi de la primera vuelta. ¡ANTES DE LA CAMPAÑA NAVIDEÑA YA HABÍA OFERTAS PARA COMPRAR LA(S) CAMISETA(S)! Pasadas las navidades, las ofertas han sido continuadas y sin freno. Hasta alcanzar rebajas de más del 50% nunca antes vistas en el mes de marzo en camisetas oficiales de la temporada en juego. Sólo había que pasear por la tienda del Calderón para ver camisetas de temporadas anteriores por un precio entre 25-40 euros. Ahora, 52 euros con serigrafía gratis y de regalo pantalón y/o medias. Lo que viene siendo 75-85 euros la camiseta, más 18 euros de serigrafía, más 40 de pantalón o 25 de medias. Más de 100 euros rebajados hasta 42 euros y regalos. La próxima oferta será pagarnos por comprar la camisetita con el logo. Ni por esas accede buena parte de la afición rojiblanca, que ve como un icono cuasi madridista el emblema impuesto desde la directiva. La cuestión de la bajada de cifras en el despacho de merchandising, más allá de los gurús que aseguran un aumento del 12,5% en las ventas, es incuestionable. Una realidad palpable, por mucha foto de las colas para entrar a la tienda que quieran mostrar. Yo he pasado cuatro o cinco veces a la tienda del Metropolitano. Nunca he comprado. La cola que importa es la de la caja, y ahí ya se ven polillas saliendo de las cajas registradoras del establecimiento.

Y es ahora cuando desde el Fondo Sur una voz sale de entre las gradas. El Frente Atlético, esos maravillosos aficionados cuando montan tifos o recibimientos en hoteles pero unos ultras peligrosos en el resto de materias según la prensa del poder, han puesto de nuevo en marcha la campaña por recuperar el viejo escudo aprobado por los socios del Atleti en 1947 tras la separación del Ejército de Aviación como parte del club (matiz que hay que resaltar porque da para una buena historia todo ello, porque sólo hay que ver los caminos que siguieron Club Atlético de Madrid y Club Deportivo Aviación a partir de esa fecha. Pero lo importante y lo que nos atañe es que los socios del Atleti aprobaron el cambio de escudo en 1947, no se lo impusieron desde arriba). Muchos se han puesto nerviosos para tratar de deslegitimar la propuesta o minimizarla, pero bien sabemos que cuando los altavoces del gilismo (Matallanas, Picu Díaz, Gonzalo Miró, Roberto Gómez o Barbero depende del aire que le dé... otros medios, aunque lo intenten, no merecen ser nombrados en esta ristra de nombres) se ponen en marcha es para esparcir mierda sobre los demás y lavar las bondades de la dirigencia de la SAD. Mayor motivo para darle mayor valor y mayor recorrido a la campaña. Quizás no fueron tantos como se deseaba, pero fueron los suficientes como para que todas las retransmisiones del partido del domingo, fuera en radio, televisión o prensa, le dieran importancia a lo sucedido. Tanta que hasta Gabi quiso salir a hablar y a hacer unas declaraciones que ponen más leña en el fuego y se pueden interpretar como un claro signo de desprecio al logo gilista. El mismo que fue defendido vehemente por uno de sus creadores de Vasava Studio.



Se han usado argumentos torticeros y retorcidos en algunos casos: "Nos gustan ambos escudos", "Si es por tradición hay que volver al primer escudo""El club es una empresa""El escudo no es tan importante como que Oblak pare o Diego Costa meta goles", "No es momento de protestar, nos estamos jugando mucho""El nuevo logo venderá más" o mi preferido, el expuesto por el ya mencionado creador del logo: "La reacción de rechazo visceral por parte de los aficionados es de todo punto injusta e inadmisible, por ser exagerada, infundada y por estar construida sobre argumentos que sólo enarbolan la bandera de los sentimientos irracionales". Parecida a la que esgrimía Enrique Cerezo en la revista Panenka sobre aquello de que "el sentimiento en el fútbol debe morir". Puro negocio. Algo que el aficionado del Atlético de Madrid rechaza frontalmente porque se siente muy vinculado a su club, a lo que era acudir al Manzanares, al Estadio Vicente Calderón, y a ver en el pecho de sus jugadores y en cualquier rincón de su antiguo estadio su mejor carta de presentación al mundo. Su escudo. El que todo el mundo sentía como propio... o eso parecía hasta que llegó el logo y se generó la división.

Cierto es que los que les gusta el logo piden respeto y lo reducen a una cuestión de gustos, ridícula argumentación por otra parte. Cierto es que lo merecen esgrimiendo una cuestión subjetiva e intangible que no se sostiene en un debate serio sobre por qué debe mantenerse el logo o se debe volver al escudo anterior. Cierto es que merecen tanto respeto como el que ellos faltan a la historia del Atlético de Madrid por ignorancia o por insistencia en apoyar al poder y al hecho de que el anterior escudo no fuese impuesto, si no aprobado en asamblea de socios en 1947, usando ciertos argumentos ya citados anteriormente. Al igual que el traslado del vetusto Metropolitano al Calderón, el cual fue aprobado por los socios antes de que se comprasen los terrenos junto al Manzanares, y que muchos de esos socios (nuestros tatarabuelos, nuestros bisabuelos, nuestros abuelos... en algunos casos nuestros padres también) respaldasen la operación comprando obligaciones de deuda como forma de financiación de las obras del Estadio del Manzanares. Cierto es que merecen respeto... el mismo que no tienen por los valores del Atleti ni por su historia. Ni desvergüenza para asegurar que nunca es el momento de hacer nada por recuperar el club. Ni cuando va bien ni cuando nos hemos visto en el Infierno de la Segunda División, ni cuando el Tribunal Supremo condenó a la actual dirigencia por apropiación indebida  y estafa al club (entre otros delitos y casos juzgados anterior y posteriormente) era momento para actuar contra el gilismo establecido. El cuello nos puede doler, pero no de volver la cabeza hacia el palco.



Porque esto, como ya dije, va del fondo. Y en el fondo, la falta de respeto por los valores, la historia o los símbolos del Atleti de unos es lo que enerva al resto de aficionados. El Atlético de Madrid busca ganar y estar en la élite europea, pero su aficionado, o buena parte de ellos no quieren ganar de cualquier manera ni mantenerse en esa élite vendiendo su alma como ya han hecho sus dirigentes. El Atlético de Madrid es su gente, la que se siente menospreciada e insultada cuando piensan en que la propiedad del club es ilegítima porque en 1992 "La Familia Gil" robó el club a su afición sin poner ni un duro en las acciones del club (una muestra grande del fracaso de las SAD y de la Ley del Deporte de 1992 en este país). El Atlético de Madrid es mover montañas por pelear por imposibles. Es no perder la fe cuando peor lo tienes. Es seguir escalando cuando los demás se rinden. Es darle la mano al que la necesita aunque sea la primera vez que lo ves, solo por el hecho de que forma parte de tu tribu. Todo ello se esconde en los entresijos de esta campaña por recuperar el escudo, Parece que las camisetas de la próxima temporada están en producción aunque las cifras de ventas de este año vayan a estar lejos (muy lejos) de lo que esperaban desde el palco. Esta campaña puede ser el primer paso de aquello que de verdad importa, recuperar el club para sus aficionados y demostrar que la Ley del Deporte vigente y que sostiene a las SAD es un enorme desastre para este el deporte de élite de este país, cuyo fin durante estos años ha sido permitir un marco para los negocios espúreos y oscuros en los palcos, más que para proteger el patrimonio y los intereses de los clubes, y de sus aficionados como pilar principal de cualquier club en este país. Un país que, por cierto, sostiene la convivencia entre clubes de socios en la élite (Real Madrid Club de Fútbol, Fútbol Club Barcelona, Athletic Club de Bilbao y Club Atlético Osasuna) con las SAD (del Club Atlético de Madrid SAD para abajo, incluso llegando a Tercera División los clubes que son SAD).


El escudo importa

El escudo es la vinculación más sentimental entre un aficionado al fútbol y su club. Es un símbolo universal, que todo aficionado al fútbol entiende cuando lo ve. Uno no ve el color de la camiseta que lleva otro aficionado cuando se cruzan por la calle, ve el escudo. Porque el escudo de un club dice mucho del club y del seguidor que lo porta. Porque el escudo del club es sagrado para un aficionado. Porque es la viva imagen del amor de los aficionados. Ningún aficionado quiere ver manipulado o prostituido ese vínculo con su club, ni mucho menos modificado o reemplazado sin su consentimiento y su opinión. El Atlético de Madrid hizo el cambio de espaldas a su gente, y ahora su gente le da la espalda a aquello que le han impuesto y que no reconoce ni admite como parte de la tribu. Como significante, como imagen, como representación en el mundo de la afición rojiblanca.


¿Era necesario el cambio? ¡NO ROTUNDO! ¿Era posible vender el cambio como una mejora? ¡NO ROTUNDO! ¿Se ha vuelto a demostrar que el aficionado del Atlético de Madrid sostiene el chiringuito de dos, y traga y traga hasta que ha visto las orejas al lobo? ¡Sí! Porque del aficionado rojiblanco depende alimentar este movimiento por recuperar el escudo, y que esto no pare hasta que las aficiones de este país consigan hacer ver al gobierno que es necesario eliminar la forma jurídica de las Sociedades Anónimas Deportivas, que nada aportan al deporte salvo expolio de los dueños y negocios oscuros de los interesados, y que dejan al aficionado como un mero cliente. Y luego que cada cual consiga recuperar su club para su afición, y no para que se aprovechen de ellos dirigentes-comerciantes de medio pelo.

Como clientes, los aficionados rojiblancos protestan porque el club les ofrece una imagen de marca que no les identifica sentimentalmente (porque esa es la principal materia que ofrecen los clubes de fútbol como empresas, el sentimiento de su gente y la vinculación con una comunidad) con su producto. Un producto que seguirán consumiendo vaya bien o mal deportivamente. Como aficionados, reclaman que nadie les ha preguntado que opinan sobre un cambio que les parece vital y transcendente en su club, con el que mantienen un vínculo que no desean ver alterado ni por la necesidad de ganar más dinero con el que fichar (¿en el Atleti para qué? Si a los cracks de la plantilla los desean vender los dirigientes en cuanto llegan las ofertas y la deuda nunca baja de los 500 millones de euros se haga lo que se haga) ni por atraer mayor universalidad por aquello de aprovechar la buena ola. Porque muchos aficionados son conscientes en su interior de lo que va a pasar. Cuando se vaya Simeone un día de estos, este club será "Tierra Quemada", en el que no quede nada que los vincule al club. Ni el estadio que era su hogar, ni el entrenador que les hizo soñar con la mayor gloria conocida por esta institución, ni los jugadores que les hicieron sentir orgullosos, ni el escudo que lucieron con el pecho henchido de honor y grandeza cuando vinieron mal dadas en Segunda División. Tampoco los que se han acercado al equipo al calor de las victorias y los éxitos. Todos estamos de paso, aficionados incluidos, y solo permanecen club, escudo y colores. Lo demás, en el caso del Atleti, será "Tierra Quemada" por un escudo.

martes, 31 de mayo de 2016

A las puertas de la gloria

Así quedó el Atlético por tercera vez. A las puertas de conquistar a la 'Dama de plata'. A las puertas de abrir el cielo y saber como sabe la gloria europea. Tras haberse puesto 'guapo', haber dejado lejos del camino a otros caballeros refinados, con más dinero, más elegancia y con todos los títulos nobiliarios habidos y por haber, llegó 'El Dandy'. Ese que sabe como llevarse a su terreno a la dama más querida de Europa, lo volvió a hacer. Y nos volvimos a quedar con la miel en los labios como en Lisboa, como en Bruselas; tras haber hecho todo lo que nos dijeron que había que hacer para ganar, no lo logramos. No hay fracaso en intentarlo hasta donde las fuerzas alcancen, y quedar a centímetros de la meta.

¿Cabe hacer un análisis futbolístico de lo sucedido? Es difícil de explicar desde el juego, porque el partido hasta en eso fue raro. Porque el Atleti mostró una cara que pocos apreciarán de verdad. Tras realizar un mal inicio de partido y ser superado por el Madrid, hubo un hombre que agarró a cada uno de sus compañeros del escudo, los zarandeó, tomó el mando del partido, y a su ritmo, consciente de sus virtudes y limitaciones, gobernó el restó del encuentro. Don Gabriel Fernández Arenas, más conocido como Gabi, hizo de la final de Milán una exhibición de lo que un mediocentro puede llegar a abarcar. Corrió tanto que incluso se diría que descubrió un nuevo continente en el Meazza milanés. Robó tantos balones que pareció un ladrón profesional, indetectable para 'los polis'. Movió tanto la pelota que pareció tener imán para llevarla y radiocontrol para dirigirla. Y a partir de él, el Atlético tuvo que hacer un nuevo papel inventado sobre la marcha, en el que Koke fue su fiel escudero, Savic su mejor guardaespaldas, y Griezmann y Carrasco dos finos artistas que intentaron todo por derribar la resistencia blanca.

Dirán que el Madrid ganó merecidamente. No dirán, no leerán y no escucharán que el equipo blanco 'se disfrazó' de Atlético de Madrid para poder contener a los de Simeone. ¿No era esto el antifútbol? ¿No decían que estaba prohibido marcar en jugada de estrategia, defender bien, contragolpear y jugar todos unidos? Fue lo que el Real Madrid hizo para poder ganar, y lo logró tras 120 minutos y penaltis. Cuando da títulos tan grandes, el estilo deja de ser lo principal en boca de muchos. La primera media hora el partido fue blanco, y fue difícil empezar a pintarle las rayas rojiblancas a la final. Se capeaba el temporal como se podía, y sólo los achiques de agua de la defensa y Oblak evitaban algún susto más que añadir al ¡uy! de Casemiro y al gol de Ramos (en fuera de juego, pero eso es harina de otro costal).


El resto de la historia, de cómo Gabi giró la final para el Atleti, de cómo Carrasco era el hombre y soporte que todo el equipo de Simeone necesitaba, de la alegría incontenible que estalló en el gol del belga y de la autoconfianza que nos insufló verles sufrir, acalambrados, doloridos, exhaustos; sabiendo que pudiendo apretar, la final podía caer de nuestra parte. No fue así. Filipe se lesionó, y el Atlético de Madrid perdió su mayor ventaja sobre el verde. El Madrid quiso los penaltis, obtuvo la lotería, jugó bien sus cartas marcadas y fue campeón. Todo lo demás, el gol de fuera de juego, la posible expulsión de uno de los centrales blancos, el posible penalti por mano de Sergio Ramos... deja de cobrar sentido cuando sabes que, futbolísticamente, hiciste lo que tenías que hacer para ganar, y no lo lograste por centímetros.

Como decía el ya mito Tony D'Amato, encarnado por un sublime Al Pacino:

Mirad, cuando te haces mayor en la vida hay cosas que se van. Vamos, eso... Eso es parte de la vida. Pero sólo aprendes eso cuando empiezas a perder esas cosas. Descubres que la vida es cuestión de pulgadas. Así es el fútbol.

Porque en cada juego, la vida o el fútbol, el margen de error es muy pequeño. Medio segundo más lento o más rápido, y no llegas a pasarla. Medio segundo más lento o más rápido, y no llegas a cogerla (rematarla). Las pulgadas que necesitamos están a nuestro alrededor. Están en cada momento del juego, en cada minuto, en cada segundo. En este equipo luchamos por este terreno. En este equipo nos dejamos la vida nosotros y cada uno de los que forman este equipo por esa pulgada que se gana.

Porque cuando sumamos una tras otra, porque sabemos que si sumamos una tras otra, ¡Eso es lo que marca la diferencia entre ganar o perder, entre vivir o morir!

Os diré una cosa, en cada lucha, el que va a muerte, es el que gana ese terreno. Y sé que si aún queda vida en mí es porque quiero luchar, y morir por esa pulgada...

Eso es todo lo que le pasó al Atlético. Cuestión de pulgadas...


Esa es mi forma de resumir nuestra desgracia. No quiero hablar de robos, conspiraciones u otras historias que no me satisfacen ni me van a consolar la rabia que llevo por dentro. Prefiero quedarme con que los míos fueron a matar, y acabaron muertos... pero matando. Que allí nadie se rindió ni dejó de creer antes, durante, y después de los penaltis. Y que si lloramos no es por lo que perdimos, si no porque no tenemos la certeza de saber cuando volveremos a estar tan cerca de convertir el sueño en realidad. Pero nos queda algo mucho más importante...

La idea, la forma de llegar, la experiencia, el conocimiento para transmitir a los que vengan, a los que están aprendiendo, y a los que se fueron pero les gusta como lo hacemos. Si hay que morir de alguna forma, que sea por nuestras ideas. Y eso es precisamente lo que hace el Atlético de Simeone, pelear por ser él mismo en una sociedad que le quiere etiquetar para que forme parte de un grupo donde molestaría menos a los dos todopoderosos de España y al resto de titanes europeos. Ese es el mayor triunfo que me queda de Milán, ver que mi equipo y todos los que lo siguen van a muerte a por las pulgadas en frente nuestra, y que ellos aman tanto nuestros sueños que los han convertido en los suyos propios. Nunca dejemos de creer en este maravilloso grupo que lidera Diego Pablo Simeone, y que ojalá sea así por décadas. Es la única forma de saber que si no hoy, mañana, o dentro de dos días, este Atlético de Madrid podrá levantar la Copa de Europa al cielo.

jueves, 25 de febrero de 2016

La puta Copa de Europa

En noches así reconforta recordar aquella mágica tarde primaveral. Era 17 de mayo, para no faltar a las buenas costumbres, hacía sol y se mascaba la gloria entre los haces de luz y el calor que se levanta a esas alturas del año en Madrid. Aquella tarde, muy lejos de donde presenciaba los hechos, un central uruguayo llegado desde Rosario (la uruguaya, no la de Messi, Bielsa o el 'Tata' Martino) se elevaba imponente para culminar la liga más épica de la historia del fútbol español, y por ende, de los 111 años que por aquel entonces disfrutaba el Atlético de Madrid. Diego Godín la clavaba (la pelota) en el fondo de la red de Pinto, y permitía sumar el punto que hacía falta para conquistar la décima liga de la entidad rojiblanca en Barcelona. El culmen de los guiones estaba escrito.

Pero como bien saben, toda historia tiene dos caras, y hoy me da por pensar en la otra cara de la moneda, la blaugrana. Por qué poco no estuvieron a punto de hacer otro triplete... un año antes de Luis Enrique. Si lo piensan fríamente fueron la carrera de Bale, el posterior tiro al palo de Neymar en Mestalla, un tiro de Xavi en el Calderón a tres metros de la línea de gol que se marchó por encima del larguero y el cabezazo de Godín (o el gol anulado a Messi por no se sabe qué) lo que les privaron de ganar Liga y Copa del Rey, y de haber alcanzado las semifinales de la Copa de Europa. Sí, esa hija de meretriz y mujer dada de buena vida que nos recuerda lo trágica que es la vida. A algunos más que otros. Bien lo sabemos en esta casa asentada a orillas del Manzanares, aunque a veces se nos olvide que en el minuto 92:48 si Ramos empataba, Ramos nos dejaba sin la p... Copa de Europa. Y cuarenta años antes Schwarzenbeck, con aquel zapatazo desde la desesperación del centro del campo a falta de treinta segundos para el final.

A todo esto, yo había empezado mi repaso mental en Barcelona pero he llegado donde quería llegar. LOS DETALLES MARCAN DIFERENCIAS EN LA ÉLITE. Un disparo lejano hecho gol probando "por si saliera...", un cabezazo libre de marca en el descuento en tu único fallo del partido, privarte de un título por una carrera de 50 metros en el 85' que acaba dentro con un remate no muy ortodoxo y un remate libre de marca en mano a mano con la puntera que se estrella en el poste. Un cabezazo con el alma indefendible. Las cosas que pasan en la élite y que desequilibran las batallas. Y en un deporte de azar como el fútbol, caprichoso como pocos, no iba a ser menos...

Los detalles que cuestan caro

En el Atlético de Madrid sabemos muy bien lo puta y cara que es la Copa de Europa. Valga lo referido antes como claro ejemplo de este pequeño análisis del PSV - Atlético de Madrid. Porque sí, sobre el papel, en diciembre, con el resultado del sorteo en la mano, los de Simeone eran superiores a los holandeses, llegaban en racha a esas alturas tras no perder desde el 30 de septiembre en casa contra el Benfica en Liga de Campeones, parecía que el problema del gol se iba solucionando... Dos meses después, la gente ha enloquecido en el Calderón. Sueñan con la Copa de Europa, pero no como el que sueña con una ilusión o con un proyecto por cumplir ni una vieja deuda que saldarse, si no como el que tiene una obligación moral consigo mismo. El que casi está obligado a ello. Y es que Simeone nos ha hecho ser de los mejores equipos de Europa (para algunos como Steven Gerrard en el TOP-5 del continente), pero lo ha hecho desde la humildad, el trabajo, la fuerza del colectivo como motor para compensar la escasez de individualidades y desde el leivmotiv que esconde todo ello, el "Partido a Partido".

Allá donde un regate de Messi, una galopada de Cristiano Ronaldo, la pausa de Iniesta o el veneno de Modric llegan, el Atlético de Madrid trataba de llegar con el corazón y las piernas de Diego Costa, la frialdad de Falcao, los cabezazos de Raúl García, la brega de Mandzukic, la hombría de Tiago, la sangre fría de Miranda... Donde en unos hay gotas interminables de talento puro, en otros son gotas de sudor y sangre para alcanzar los mismos fines. Conviene dejarlo claro antes de empezar a hablar del PSV - Atlético de Madrid para no confundir a nadie.

Aseguran las redes sociales (ingentes cantidades industriales de gente buscando la aprobación social por un 'Me Gusta' o un 'Retweet') que el empate a cero fue porque el Atlético de Madrid jugó mal. ¿Jugó mal? ¿En serio? Yo no doy crédito ahora mismo.

Vayamos por partes...

1 - El Atlético de Madrid jugó en Eindhoven su típico partido de ida en una eliminatoria. Y ejemplos hay miles en esta época, en la que sólo cuatro equipos en seis ocasiones han hecho morder el polvo a los colchoneros en 26 cruces a doble partido con Simeone en el banco.

Sin contar las primeras rondas de Copa del Rey (ante Segunda B siempre), en Liga de Campeones y Copa del Rey se puede observar que al Atlético de Madrid no le genera ninguna duda obtener un resultado corto ni jugar con poco margen de error. Ya lo hizo en la Europa League de 2010 con Quique Sánchez Flores(Galatasaray fuera con gol de Forlán en el 89', Sporting de Portugal y Valencia eliminados por el valor doble de los goles fuera de casa, Liverpool y Fulham vencidos en la prórroga). Y Simeone prosiguió y ahondó esta línea. Aunque en los cruces de la Europa League de 2012 los rojiblancos tomaban buena ventaja en el primer partido (1-3 vs Lazio, 3-1 vs Besiktas, 4-2 vs Valencia), se veía que el equipo rojiblanco jugaba a elimiantorias largas, de 180 minutos, llenas de paciencia y con rachas de buen fútbol aunadas a tramos de partido donde tocaba arremangarse y bajar al barro a trabajar los triunfos. 

Una línea que prosiguió en la Copa del Rey 2013 (Getafe 0-3 y 0-0, Betis 2-0 y 1-1, Sevilla 2-1 y 2-2), Copa del Rey 2014 (Valencia 1-1 y 2-0, Athletic de Bilbao 1-0 y 1-2), Copa del Rey 2015 (Real Madrid 2-0 y 2-2, Barcelona 1-0 y 2-3), y Copa del Rey 2016 (Rayo Vallecano 1-1 y 2-0, Celta de Vigo 0-0 y 2-3). Eliminatorias largas, que el Atlético sabía jugar con paciencia y tranquilidad estirándolas los 180 minutos, y sobreponerse a la adversidad, fajándose en el barro siempre con la dureza de un soldado de los tercios españoles que atemorizaron Europa en los siglos XVI y XVII y la finura de un artista cuando tocaba y lo permitían las circunstancias. La Champions League en estas dos últimas temporadas mantiene lo afirmado (Milan 0-1 y 4-1, Barcelona 1-1 y 1-0, Chelsea 0-0 y 1-3 en 2014; Leverkusen 1-0 y 1-0 con eliminatoria decidida en los penaltis, Real Madrid 0-0 y 1-0 en 2015).

El 0-0 de esta noche a Simeone y los suyos les incomoda poco. A pesar de la superioridad numérica durante casi 25 minutos, eso casi fue un estorbo más que una ayuda. Si el Atlético sabe hacer daño es con ataques rápidos y verticales, de pocos toques, transiciones lentas y superioridades por fuera, juego directo y ganar la segunda jugada en campo rival para asentarse y el producto marca de la casa, el balón parado. Simeone buscaba un gol, y a partir de ahí administrar la ventaja y ampliarla si lo permitían las circunstancias, pero con la premisa de no encajar. Asi que primera e importantísima premisa rojiblanca en eliminatorias cumplida: NO ENCAJAR GOL. Si encima juegas con el factor Calderón a tu favor, el Atlético de Madrid ha tenido mayores motivos para no volverse loco a pesar de la situación creada esta noche en el Philips Stadion con la superioridad numérica. Lo que antes valía aplausos sólo por ganar, hoy vilipendiado y criticado por un empate a cero. El resultadismo. Ni por ganar 0-1 en San Siro éramos unos genios que inventamos este deporte o desterramos el tiki-taka, ni por empatar hoy a cero somos una banda de colegas juntada a última hora que juega en el fútbol de élite ni estamos en crisis ni en otras chorradas para rellenar papel cuché ni pseudoinformativos deportivos ni tertulias de bar retransmitidas en televisión. Mesura. Calma. Paciencia. Trabajo. Esfuerzo. Confianza. Cholismo.

Y es que en el partido de ida Simeone nunca ha sido amigo de apostarlo todo y quedarse sin nada...

Resultados de partidos de ida en eliminatorias con Simeone al frente del At. Madrid
Rival
Competición
Resultado
Temporada 2011/2012
SS Lazio
Dieciseisavos de final Europa League 2011/2012
1-3
Besiktas FK
Octavos de final Europa League 2011/2012
3-1
Hannover 96 FC
Cuartos de final Europa League 2011/2012
2-1
Valencia CF
Semifinales Europa League 2011/2012
4-2
Temporada 2012/2013
Real Jaén CF
Dieciseisavos de final Copa del Rey 2012/2013
0-3
Getafe CF
Octavos de final Copa del Rey 2012/2013
3-0
Real Betis
Cuartos de final Copa del Rey 2012/2013
2-0
Sevilla FC
Semifinales Copa del Rey 2012/2013
2-1
FC Rubin Kazan
Dieciseisavos de final Copa del Rey 2012/2013
0-2
Temporada 2013/2014
UE Sant Andreu
Dieciseisavos de final Copa del Rey 2013/2014
0-4
Valencia CF
Octavos de final Copa del Rey 2013/2014
1-1
Athletic de Bilbao
Cuartos de final Copa del Rey 2013/2014
1-0
Real Madrid
Semifinales Copa del Rey 2013/2014
3-0
AC Milan
Octavos de final Champions League 2013/2014
0-1
FC Barcelona
Cuartos de final Champions League 2013/2014
1-1
Chelsea FC
Semifinales Champions League 2013/2014
0-0
Temporada 2014/2015
UE L’Hospitalet
Dieciseisavos de final Copa del Rey 2014/2015
0-3
Real Madrid
Octavos de final Copa del Rey 2014/2015
2-0
FC Barcelona
Cuartos de final Copa del Rey 2014/2015
1-0
Bayer 04 Leverkusen
Octavos de final Champions League 2014/2015
1-0
Real Madrid
Cuartos de final Champions League 2014/2015
0-0
Temporada 2015/2016
UE Reus
Dieciseisavos de final Copa del Rey 2015/2016
1-2
Rayo Vallecano
Octavos de final Copa del Rey 2015/2016
1-1
RC Celta de Vigo
Cuartos de final Copa del Rey 2015/2016
0-0

En negrita, partidos de ida fuera del Vicente Calderón

En conclusión, se puede asegurar que a Simeone le gusta mantener la eliminatoria apretada y ajustada de cara a la vuelta, sobre todo si ésta es en el Vicente Calderón.

2 - Un equipo sin gol... ¿por qué razón? El Atlético de Madrid 2015/2016 sufre para culminar sus jugadas. Una obviedad que no puede ser discutida ni ocultada, pero sí en cierto modo debatida. ¿Tiene menos gol porque genera más ocasiones o porque genera menos que en años anteriores? Sería muy dificultoso definir exáctamente si es por un motivo o por otro, pero da la sensación de que el Atlético de Madrid sigue generando las mismas ocasiones que antes, con la diferencia de que le cuesta embocarla a gol.

Remontándonos a los datos de las dos anteriores eliminatorias de octavos de final de la Copa de Europa del Atlético de Madrid con Simeone al frente, los datos estadísticos de disparos a puerta son similares. Mientras que contra el Milan en 2014 fueron 10 tiros en total y 7 a portería (con gol de Diego Costa), la campaña pasada en el Bay Arena las estadísticas oficiales hablan de 12 disparos totales del Atlético, con 3 que fueron entre los tres palos. Esta noche, en Eindhoven, el equipo rojiblanco dispuso de ocasiones para hacer gol (más allá del bien anulado por falta de Godín). Los dos mano a mano de Griezmann y Vietto fueron las mejores ocasiones de los 12 disparos totales que los rojiblancos probaron contra los de Cocu, de los cuales sólo cuatro iban entre los tres palos.

Los resultados y desarrollos de las eliminatorias europeas del Atlético de Madrid en Liga de Campeones se repiten durante la 'era Simeone'. No encajar gol como primera premisa, hacer el partido espeso, incómodo para el rival, pegajoso, duro, cerrado y donde el resquicio a encontrar sea mínimo. Los rivales lo saben en esta primera instancia, y le conceden una supuesta superioridad en el manejo del balón al Atlético de Madrid que Simeone y los suyos no aceptan de buen grado en la máxima competición continental. El Atlético prefiere negociar los espacios (pocos) que habrá durante el partido, y a partir de ahí trabajar su plan y su idea, siempre con la premisa de no encajar en la ida por delante del resto. Y aún así, en las tres eliminatorias de octavos dispuso de sus ocasiones, incluso logró vencer en San Siro, la morada del segundo equipo con más 'Orejonas' de la historia. Ahora tiene que cerrar el pase en Madrid gestionando un cero a cero, sin tener que hacer ninguna remontada ni heroicidad, sólo jugar un partido de fútbol de 90 minutos donde sólo le vale ganar. Porque esto de blindar la portería y buscar la victoria con paciencia fue así, sigue siendo así y seguirá siendo así mientras Simeone sea el entrenador del Atlético de Madrid.

3 - Simeone echa de menos a los hombres. Lo dijo nada más llegar, y lo ha ido afirmando cada vez que ha podido. Nunca se ha fijado en el DNI del que juega ni en su fecha de nacimiento, sólo en sí está listo para ejecutar su plan durante los 90 minutos. Pero ahora echa de menos a jugadores con experiencia y soltura en estas lides.

Cierto es que el núcleo duro (Godín, Gabi, Juanfran, Tiago, Koke, Filipe Luis, Torres, Jesús Gámez, Giménez) sabe moverse en estas instancias y alturas de la competición con soltura y firmeza. Pero no menos cierto es que para muchos, esta se trata de su primera (Correa, Vietto, Augusto Fernández, Kranevitter, Thomas) o segunda (Griezmann, Óliver, Saúl, Oblak. Ferreira-Carrasco) participación en la Copa de Europa. Y eso, en una competición tan compleja en sus entresijos, en su forma de afrontarla y prepararla, es una handicap muy importante contra el que pelea el Atlético de Madrid.

En lo que se suponía un año en el que la plantilla rojiblanca se rejuvenecía para dar paso a otras figuras que crecieran, se adaptaran y se consolidaran como grandes peloteros bajo el manto de Simeone sin renunciar a nada, con una de las medias de edad más bajas de la competición, los rojiblancos siguen al pie del cañón, pero echan de menos la habilidad y fortaleza mental de buena parte del grupo que se ha marchado en estas temporadas del Vicente Calderón (Courtois, Diego Costa, Miranda, Raúl García, Mandzukic...). Gente que sabía moverse en estas alturas sin dudar ni pestañear y conectaba con todos los presentes en el Calderón por su entrega y trabajo. En momentos así, el Atlético de Madrid hubiera encontrado petróleo en la testa del hispano-brasileño o del croata, hubieran jugado con la potencia del navarro Raúl García para ganar balones aéreos y tendría un baluarte potente en la zaga con Joao Miranda, capaz de sacar la pelota jugada con elegancia, hacer faltas inteligentes, no permitir al rival tener orden y darle a su equipo sereniedad y sobriedad...

Gente con un valor común, la determinación. Saben estar, saben gestionar los minutos finales, no cometen errores que les condenen, no son expulsados, recuperan balones que son balones de oxígeno, no pierden la cabeza ni la concentración... jugadores de los que gusta Simeone primero y el Calderón luego. Futbolistas con un carácter y un peso en el vestuario enorme. El Atlético de Madrid extraña ese perfil de futbolista que ordena, manda, hace jugar y juega, y sobre todo, que es un referente y un símbolo para el resto de sus compañeros sobre el campo. Un jugador al que dársela en los momentos de apuro y que alumbre los ratos de dudas, tinieblas y sombras para convertirlos en respuestas con la pelota y seguridad en el partido para el colectivo. Griezmann no parece encontrarse fino en estos momentos, y el Atlético de Madrid añora a quién dársela para resolver problemas... al estilo de Messi sin ser Messi, salvando las distancias.

¿El Atlético pasa un mal momento? Cualquiera lo diría, viendo que sigue en pie en Europa y segundo en liga (con el objetivo de asegurar la tercera plaza cuanto antes, y no ganar la liga como venden muchos periódicos y medios). Ni mucho menos es el mejor momento de estos cuatro años con Simeone, pero no es el infierno. El infierno era la Segunda División o la complicidad mediática de equipo simpático de medio pelo con una gran masa social siempre ridiculizado por el Albacete, Groningen, Politécnica de Timisoara u OFI Creta de turno. Cierto es que la fluidez en el juego no está, que el gol cuesta horrores, que las victorias se sudan mucho, a veces más de lo necesario, pero también es cierto que eso es lo que ha pregonado siempre Simeone. Correr, trabajar, pelear, sufrir, esforzarse, creer, luchar... y esperar que la caprichosa victoria te sonría y se acurruque en tus brazos tras los 90 minutos. Un mal momento de un buen equipo, eso es todo lo que ocurre. Y eso sólo se soluciona con trabajo, fe y constancia.

Sólo 22 clubes tienen la Copa de Europa en sus palmarés (uno de ellos convive en nuestra ciudad y nos recuerda constántemente que posee más que nadie). No es fácil. Otros grandes históricos (Arsenal, Roma), y los nuevos ricos (PSG, Manchester City) siguen sin saber lo que es ganarla. El camino no es fácil. Nunca lo fue y nunca lo ha sido. Ni siquiera ellos han disputado las dos finales que ya ha jugado la entidad rojiblanca en sus casi 113 años de historia. Así es el fútbol. Así es la Copa de Europa. La muy jodida. La muy esquiva. La muy puta. La Puta Copa de Europa. Aquella que le debe una al Atlético de Madrid por la de Bruselas y la de Lisboa...
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