Italia y España son finalistas de la
Eurocopa, cada uno por su camino, pero bajo un denominador común, la
solidez defensiva. Italia sólo ha concedido tres goles, España uno
en cinco partidos. Números ampliables a las otras dos semifinalistas
y a Inglaterra.
La final de la Eurocopa tendrá a las
dos mejores maneras de defender de la competición continental. Una
España, segunda máxima goleadora del campeonato con ocho goles, que
marca su estilo de defender a través de largas posesiones, que le
evitan desgaste físico y le permiten llevar el control del partido,
ante una Italia con mayor gusto por la pelota y más capacitada para
ello, con el liderazgo de Andrea Pirlo, pero con el buen hacer de
todo el grupo a la hora de proteger su portería, con la
involucración de todo el equipo en la presión intensa y en la corta
distancia de líneas.
Dos maneras de defender
España e Italia representan dos formas
de entender la defensa. A unos le asocian la pura tradición
defensiva, conocida como “Catenaccio”, cerrojazo en castellano.
Cierto es que aquel sistema defensivo, acumulando hombres por detrás
de la pelota, requiere una gran organización, que ya puso en
práctica por primera ver el Inter de Milán de Helenio Herrera para
ganar las Copas de Europa de 1964 y 1965.
La selección española ha evolucionado
el aporte que un italiano le hizo al fútbol. La presión incómoda a
todo campo del Milán de Arrigo Sacchi, aquel que se llevó dos Copas
de Europa del 89 y del 90. España quedó prendada de aquel equipo
que tan bien entendía el fútbol, y lo modernizó, y adoptó como
suya la evolución en el juego. La selección la ha ido moldeando y
adecuando a sus características durante años, y ahora cuenta con
una generación capaz de llevarla a cabo.
España aprieta y complica la vida a
cualquier equipo cuando quiere robar la pelota, y es capaz de
provocar pérdidas de balón en zonas del campo muy comprometidas. Y
a partir de ahí, su propio estilo. Una posesión larga, de ritmo
bajo, a veces hasta demasiado horizontal, pero que permite a los
nuestros tener su resuello y la tranquilidad de que siendo dueños de
la posesión, manejan el partido a su antojo y no sufren corriendo a
tapar huecos sin balón.
Ese estilo que a algunos no les produce
placer tiene su razón de ser en el mantenimiento físico, en no
realizar un gran desgaste físico sin balón, y que si lo haga el
rival persiguiendo la pelota. Ese estilo de defender con la pelota no
lo puede poner en práctica casi ningún equipo en el mundo, y se
trata de la evolución que todos pretenden seguir en la enseñanza
base del fútbol y al más alto nivel, entre ellos la otra finalista,
Italia.
“La bella Italia”, asociada siempre
a una tradición conservadurista del fútbol. Italia demuestra que es
un país de una gran organización y seriedad en su forma de
comprender el fútbol, a través de un estilo táctico muy
desarrollado, donde todo está trabajado al máximo detalle, en el
que todo queda determinado porque el colectivo está por encima de lo
individual. Hasta que tipos tocados por una varita mágica, como
Riva, Mazzola, Bruno Conti, Roberto Baggio, Alessandro Del Piero,
Francesco Totti o Andrea Pirlo deciden que ese orden puede saltarse a
través de la calidad individual, no exento de trabajo.
Ese buen hacer táctico, el orden, la
constante ayuda defensiva, las líneas juntas, el resguardo atrás,
el trabajo de todos. La seña de “identitá” italiana. Catenaccio
para muchos, el arte de ser infranqueable para otros. Si hubiéramos
despreciado lo que un italiano le ofreció al mundo del fútbol a
finales de los años 80, probablemente España no sería la selección
que es hoy, en la que todo el mundo trabaja a la hora de defender por
recuperar la pelota, y el colectivo es la forma de ganar, a través
de la suma de las individualidades de los jugadores.
Prandelli le ha dado una vuelta de
tuerca, desarrollando dos sistemas de defender. En su clásico
4-3-1-2, en el que hay una presión muy arriba en el campo, para
robar la pelota rápido, para aprovechar la calidad de Pirlo, Cassano
y Balotelli, los habituales matadores azzurros; a sumar con la
llegada de Maggio y de Marchisio. Pero Italia, como hizo ante España,
puede colocar una defensa de 3, con De Rossi incrustrado entre
Chielini/Balzaretti – Bonucci, con dos laterales de largo
recorrido, al más puro estilo sudamericano de los años 90 y
principios de la pasada década. En ese 5-3-2 que plantea Italia,
todos se resguardan y defienden juntos, y tan sólo presionan para
permitir un repliegue cómodo, pero nadie renuncia a la pelota,
porque el talento de Pirlo y Cassano se disipa sin el cuero.
Ambos, por unos motivos o por otros, se
han alzado como las mejores defensas de este campeonato, con un
promedio de 0'2 goles en contra para los españoles, y 0'6 para los
italianos. La solidez de los finalistas, en torneos tan cortos, ha
sido una clave para estar en la final. A lo que hay que sumar, un
buen porcentaje goleador, con 1,6 goles a favor para España (8 en
total), y 1,2 para Italia (6 tantos), en cinco partidos. Nadie les
supera en el apartado defensivo, pero en el ofensivo, sólo Alemania
con 2 goles por partido (10 en los 5 partidos) se ha mostrado con
mayor acierto que los finalistas.
La solidez también se ve en otros
equipos
No sólo España e Italia han podido
llegar a la final a través de esa solidez, demostrada en los fríos
números. También Alemania y Portugal, semifinalistas, han sido dos
de los mejores equipos en el plano defensivo del campeonato. De
hecho, Portugal apenas concedió ocasiones a Holanda y República
Checa, en el partido decisivo del grupo B y en cuartos de final, lo
que le permitió ganar los partidos con la aparición del crack luso,
Cristiano Ronaldo, decisivo con sus tres tantos en esos dos partidos.
Portugal alcanzó su tercera semifinal
en las últimas cuatro ediciones de la Eurocopa. Y este campeonato,
basada en una de las mejores parejas de centrales. Pepe no había
visto ninguna tarjeta en los cuatro primeros partidos del torneo, con
tan sólo una falta cometida, y un gol ante Dinamarca, en lo que ha
sido uno de los mejores centrales de esta Eurocopa con mucho, si no
el mejor junto a Sergio Ramos. Alves, a pesar de su fallo en la tanda
de penaltis ante España, también ha mostrado un buen nivel, y el
hecho de que Portugal sólo encajara cuatro goles en cinco partidos,
junto con las buenas actuaciones de Rui Patricio y los dos laterales
lusos han permitido su presencia en las semifinales.
Alemania, por su parte, ha sido el
máximo realizador de las cinco jornadas de esta Eurocopa, con 10
goles, y 8 goleadores distintos. A partir del festival goleador de
Super Mario Gómez ante Portugal y Holanda, con tres goles en dos
partidos, Podolski, Bender, Lahm, Khedira, Klose, Reus y Özil
completan la nómina goleadora germana. Y más allá de la pegada,
está el trabajo defensivo, en el que Badstuber y Hummels se han
mostrado como dos de los mejores defensores del torneo.
Especialmente, el caso del central del Borussia Dortmund, una de las
gratas sorpresas de la Euro, en su primer gran torneo internacional
con la “Mannschaft”. Y también hay hueco para Inglaterra.
La roca de la Pérfida Albión
A Inglaterra la han llamado mezquina,
fea de ver, selección sobrevalorada. Adjetivos injustos, a mi modo
de ver, cuando ha desempeñado mejor papel que otras a las que hemos
alabado, como Francia. Mejor papel porque entró primera de grupo,
que compartía precisamente con los galos. Y mejor papel porque tuvo
más gol, y menos problemas defensivos que los franceses a lo largo
de su participación durante el torneo.
Inglaterra, con números en la mano, ha
recibido 3 goles en 4 partidos (0,75 de promedio), con mejor promedio
que Alemania o Portugal, que sí fueron semifinalistas. Los de
Hogdson, con bajas que determinaron su forma de encarar esta
Eurocopa, como Barry, Lampard o la más importante de todas, Jack
Wilshere. Inglaterra no es la misma con el centrocampista del Arsenal
que sin él, muy tocón, con capacidad para organizar el juego con
sentido y también llegada, gol y desborde. Un futbolista al que las
lesiones están machacando, por desgracia, y no le permiten ser
regular. De hecho, un jugador que se prevee clave tanto en el Arsenal
como en los “Pross” lleva inactivo desde septiembre por una grave
lesión de tobillo.
Con estas bajas tan importantes en el
centro del campo, y otras sonadas, como Carrick o Ferdinand,
Inglaterra apostó por un perfil de equipo más fuerte y compacto, y
menos alegre. El equipo inglés se mostró como uno de los mejores en
el apartado defensivo, con esos tres goles en contra en cuatro
partidos. Costó mucho hacer goles a los ingleses, salvo aquellos
diez minutos de “empanada general a balón parado” que aprovechó
Olaf Mellberg para meter el miedo en las filas inglesas. La pareja W,
Walcott y Welbeck, devolvieron a Inglaterra la ventaja y les dieron
el triunfo ante los escandinavos.
Desde luego que ninguno de los
ingleses, a nivel individual, ha tenido una actuación destacada.
Pero Inglaterra, como equipo, no ha defraudado en su comportamiento,
al menos bajo mi prisma de opinión. Si encontrabas un hueco,
Inglaterra se revolvía y lo deshacía tapando el disparo. Atenciones
en las ayudas defensivas, siempre superioridad en zonas donde había
balón para complicar el juego rival, líneas juntas, cerca de Hart,
con espacio para explotar la velocidad de algunos de sus hombres
importantes como Young, Welbeck, Walcott o Rooney.
A mí modo de ver, reitero, injustas y
excesivas las críticas a Inglaterra. Cierto es que su fútbol distó
de ser brillante, llamativo, atractivo. Y también es verdad que
muchos de sus mejores futbolistas han estado a un nivel inferior del
esperado, sobre todo Rooney, que no ha acumulado gran desgaste físico
por su sanción para los dos primeros partidos de la Eurocopa. Salvo
Ucrania, que explotó la debilidad de los laterales ingleses con
Yarmolenko y Konoplyanka; y Suecia, en el juego aéreo, eterno
problema inglés, los ingleses fueron una selección difícil para
todos los equipos, y salieron victoriosos en su grupo. No merecen ese
desprecio.