martes, 31 de mayo de 2016

A las puertas de la gloria

Así quedó el Atlético por tercera vez. A las puertas de conquistar a la 'Dama de plata'. A las puertas de abrir el cielo y saber como sabe la gloria europea. Tras haberse puesto 'guapo', haber dejado lejos del camino a otros caballeros refinados, con más dinero, más elegancia y con todos los títulos nobiliarios habidos y por haber, llegó 'El Dandy'. Ese que sabe como llevarse a su terreno a la dama más querida de Europa, lo volvió a hacer. Y nos volvimos a quedar con la miel en los labios como en Lisboa, como en Bruselas; tras haber hecho todo lo que nos dijeron que había que hacer para ganar, no lo logramos. No hay fracaso en intentarlo hasta donde las fuerzas alcancen, y quedar a centímetros de la meta.

¿Cabe hacer un análisis futbolístico de lo sucedido? Es difícil de explicar desde el juego, porque el partido hasta en eso fue raro. Porque el Atleti mostró una cara que pocos apreciarán de verdad. Tras realizar un mal inicio de partido y ser superado por el Madrid, hubo un hombre que agarró a cada uno de sus compañeros del escudo, los zarandeó, tomó el mando del partido, y a su ritmo, consciente de sus virtudes y limitaciones, gobernó el restó del encuentro. Don Gabriel Fernández Arenas, más conocido como Gabi, hizo de la final de Milán una exhibición de lo que un mediocentro puede llegar a abarcar. Corrió tanto que incluso se diría que descubrió un nuevo continente en el Meazza milanés. Robó tantos balones que pareció un ladrón profesional, indetectable para 'los polis'. Movió tanto la pelota que pareció tener imán para llevarla y radiocontrol para dirigirla. Y a partir de él, el Atlético tuvo que hacer un nuevo papel inventado sobre la marcha, en el que Koke fue su fiel escudero, Savic su mejor guardaespaldas, y Griezmann y Carrasco dos finos artistas que intentaron todo por derribar la resistencia blanca.

Dirán que el Madrid ganó merecidamente. No dirán, no leerán y no escucharán que el equipo blanco 'se disfrazó' de Atlético de Madrid para poder contener a los de Simeone. ¿No era esto el antifútbol? ¿No decían que estaba prohibido marcar en jugada de estrategia, defender bien, contragolpear y jugar todos unidos? Fue lo que el Real Madrid hizo para poder ganar, y lo logró tras 120 minutos y penaltis. Cuando da títulos tan grandes, el estilo deja de ser lo principal en boca de muchos. La primera media hora el partido fue blanco, y fue difícil empezar a pintarle las rayas rojiblancas a la final. Se capeaba el temporal como se podía, y sólo los achiques de agua de la defensa y Oblak evitaban algún susto más que añadir al ¡uy! de Casemiro y al gol de Ramos (en fuera de juego, pero eso es harina de otro costal).


El resto de la historia, de cómo Gabi giró la final para el Atleti, de cómo Carrasco era el hombre y soporte que todo el equipo de Simeone necesitaba, de la alegría incontenible que estalló en el gol del belga y de la autoconfianza que nos insufló verles sufrir, acalambrados, doloridos, exhaustos; sabiendo que pudiendo apretar, la final podía caer de nuestra parte. No fue así. Filipe se lesionó, y el Atlético de Madrid perdió su mayor ventaja sobre el verde. El Madrid quiso los penaltis, obtuvo la lotería, jugó bien sus cartas marcadas y fue campeón. Todo lo demás, el gol de fuera de juego, la posible expulsión de uno de los centrales blancos, el posible penalti por mano de Sergio Ramos... deja de cobrar sentido cuando sabes que, futbolísticamente, hiciste lo que tenías que hacer para ganar, y no lo lograste por centímetros.

Como decía el ya mito Tony D'Amato, encarnado por un sublime Al Pacino:

Mirad, cuando te haces mayor en la vida hay cosas que se van. Vamos, eso... Eso es parte de la vida. Pero sólo aprendes eso cuando empiezas a perder esas cosas. Descubres que la vida es cuestión de pulgadas. Así es el fútbol.

Porque en cada juego, la vida o el fútbol, el margen de error es muy pequeño. Medio segundo más lento o más rápido, y no llegas a pasarla. Medio segundo más lento o más rápido, y no llegas a cogerla (rematarla). Las pulgadas que necesitamos están a nuestro alrededor. Están en cada momento del juego, en cada minuto, en cada segundo. En este equipo luchamos por este terreno. En este equipo nos dejamos la vida nosotros y cada uno de los que forman este equipo por esa pulgada que se gana.

Porque cuando sumamos una tras otra, porque sabemos que si sumamos una tras otra, ¡Eso es lo que marca la diferencia entre ganar o perder, entre vivir o morir!

Os diré una cosa, en cada lucha, el que va a muerte, es el que gana ese terreno. Y sé que si aún queda vida en mí es porque quiero luchar, y morir por esa pulgada...

Eso es todo lo que le pasó al Atlético. Cuestión de pulgadas...


Esa es mi forma de resumir nuestra desgracia. No quiero hablar de robos, conspiraciones u otras historias que no me satisfacen ni me van a consolar la rabia que llevo por dentro. Prefiero quedarme con que los míos fueron a matar, y acabaron muertos... pero matando. Que allí nadie se rindió ni dejó de creer antes, durante, y después de los penaltis. Y que si lloramos no es por lo que perdimos, si no porque no tenemos la certeza de saber cuando volveremos a estar tan cerca de convertir el sueño en realidad. Pero nos queda algo mucho más importante...

La idea, la forma de llegar, la experiencia, el conocimiento para transmitir a los que vengan, a los que están aprendiendo, y a los que se fueron pero les gusta como lo hacemos. Si hay que morir de alguna forma, que sea por nuestras ideas. Y eso es precisamente lo que hace el Atlético de Simeone, pelear por ser él mismo en una sociedad que le quiere etiquetar para que forme parte de un grupo donde molestaría menos a los dos todopoderosos de España y al resto de titanes europeos. Ese es el mayor triunfo que me queda de Milán, ver que mi equipo y todos los que lo siguen van a muerte a por las pulgadas en frente nuestra, y que ellos aman tanto nuestros sueños que los han convertido en los suyos propios. Nunca dejemos de creer en este maravilloso grupo que lidera Diego Pablo Simeone, y que ojalá sea así por décadas. Es la única forma de saber que si no hoy, mañana, o dentro de dos días, este Atlético de Madrid podrá levantar la Copa de Europa al cielo.

jueves, 25 de febrero de 2016

La puta Copa de Europa

En noches así reconforta recordar aquella mágica tarde primaveral. Era 17 de mayo, para no faltar a las buenas costumbres, hacía sol y se mascaba la gloria entre los haces de luz y el calor que se levanta a esas alturas del año en Madrid. Aquella tarde, muy lejos de donde presenciaba los hechos, un central uruguayo llegado desde Rosario (la uruguaya, no la de Messi, Bielsa o el 'Tata' Martino) se elevaba imponente para culminar la liga más épica de la historia del fútbol español, y por ende, de los 111 años que por aquel entonces disfrutaba el Atlético de Madrid. Diego Godín la clavaba (la pelota) en el fondo de la red de Pinto, y permitía sumar el punto que hacía falta para conquistar la décima liga de la entidad rojiblanca en Barcelona. El culmen de los guiones estaba escrito.

Pero como bien saben, toda historia tiene dos caras, y hoy me da por pensar en la otra cara de la moneda, la blaugrana. Por qué poco no estuvieron a punto de hacer otro triplete... un año antes de Luis Enrique. Si lo piensan fríamente fueron la carrera de Bale, el posterior tiro al palo de Neymar en Mestalla, un tiro de Xavi en el Calderón a tres metros de la línea de gol que se marchó por encima del larguero y el cabezazo de Godín (o el gol anulado a Messi por no se sabe qué) lo que les privaron de ganar Liga y Copa del Rey, y de haber alcanzado las semifinales de la Copa de Europa. Sí, esa hija de meretriz y mujer dada de buena vida que nos recuerda lo trágica que es la vida. A algunos más que otros. Bien lo sabemos en esta casa asentada a orillas del Manzanares, aunque a veces se nos olvide que en el minuto 92:48 si Ramos empataba, Ramos nos dejaba sin la p... Copa de Europa. Y cuarenta años antes Schwarzenbeck, con aquel zapatazo desde la desesperación del centro del campo a falta de treinta segundos para el final.

A todo esto, yo había empezado mi repaso mental en Barcelona pero he llegado donde quería llegar. LOS DETALLES MARCAN DIFERENCIAS EN LA ÉLITE. Un disparo lejano hecho gol probando "por si saliera...", un cabezazo libre de marca en el descuento en tu único fallo del partido, privarte de un título por una carrera de 50 metros en el 85' que acaba dentro con un remate no muy ortodoxo y un remate libre de marca en mano a mano con la puntera que se estrella en el poste. Un cabezazo con el alma indefendible. Las cosas que pasan en la élite y que desequilibran las batallas. Y en un deporte de azar como el fútbol, caprichoso como pocos, no iba a ser menos...

Los detalles que cuestan caro

En el Atlético de Madrid sabemos muy bien lo puta y cara que es la Copa de Europa. Valga lo referido antes como claro ejemplo de este pequeño análisis del PSV - Atlético de Madrid. Porque sí, sobre el papel, en diciembre, con el resultado del sorteo en la mano, los de Simeone eran superiores a los holandeses, llegaban en racha a esas alturas tras no perder desde el 30 de septiembre en casa contra el Benfica en Liga de Campeones, parecía que el problema del gol se iba solucionando... Dos meses después, la gente ha enloquecido en el Calderón. Sueñan con la Copa de Europa, pero no como el que sueña con una ilusión o con un proyecto por cumplir ni una vieja deuda que saldarse, si no como el que tiene una obligación moral consigo mismo. El que casi está obligado a ello. Y es que Simeone nos ha hecho ser de los mejores equipos de Europa (para algunos como Steven Gerrard en el TOP-5 del continente), pero lo ha hecho desde la humildad, el trabajo, la fuerza del colectivo como motor para compensar la escasez de individualidades y desde el leivmotiv que esconde todo ello, el "Partido a Partido".

Allá donde un regate de Messi, una galopada de Cristiano Ronaldo, la pausa de Iniesta o el veneno de Modric llegan, el Atlético de Madrid trataba de llegar con el corazón y las piernas de Diego Costa, la frialdad de Falcao, los cabezazos de Raúl García, la brega de Mandzukic, la hombría de Tiago, la sangre fría de Miranda... Donde en unos hay gotas interminables de talento puro, en otros son gotas de sudor y sangre para alcanzar los mismos fines. Conviene dejarlo claro antes de empezar a hablar del PSV - Atlético de Madrid para no confundir a nadie.

Aseguran las redes sociales (ingentes cantidades industriales de gente buscando la aprobación social por un 'Me Gusta' o un 'Retweet') que el empate a cero fue porque el Atlético de Madrid jugó mal. ¿Jugó mal? ¿En serio? Yo no doy crédito ahora mismo.

Vayamos por partes...

1 - El Atlético de Madrid jugó en Eindhoven su típico partido de ida en una eliminatoria. Y ejemplos hay miles en esta época, en la que sólo cuatro equipos en seis ocasiones han hecho morder el polvo a los colchoneros en 26 cruces a doble partido con Simeone en el banco.

Sin contar las primeras rondas de Copa del Rey (ante Segunda B siempre), en Liga de Campeones y Copa del Rey se puede observar que al Atlético de Madrid no le genera ninguna duda obtener un resultado corto ni jugar con poco margen de error. Ya lo hizo en la Europa League de 2010 con Quique Sánchez Flores(Galatasaray fuera con gol de Forlán en el 89', Sporting de Portugal y Valencia eliminados por el valor doble de los goles fuera de casa, Liverpool y Fulham vencidos en la prórroga). Y Simeone prosiguió y ahondó esta línea. Aunque en los cruces de la Europa League de 2012 los rojiblancos tomaban buena ventaja en el primer partido (1-3 vs Lazio, 3-1 vs Besiktas, 4-2 vs Valencia), se veía que el equipo rojiblanco jugaba a elimiantorias largas, de 180 minutos, llenas de paciencia y con rachas de buen fútbol aunadas a tramos de partido donde tocaba arremangarse y bajar al barro a trabajar los triunfos. 

Una línea que prosiguió en la Copa del Rey 2013 (Getafe 0-3 y 0-0, Betis 2-0 y 1-1, Sevilla 2-1 y 2-2), Copa del Rey 2014 (Valencia 1-1 y 2-0, Athletic de Bilbao 1-0 y 1-2), Copa del Rey 2015 (Real Madrid 2-0 y 2-2, Barcelona 1-0 y 2-3), y Copa del Rey 2016 (Rayo Vallecano 1-1 y 2-0, Celta de Vigo 0-0 y 2-3). Eliminatorias largas, que el Atlético sabía jugar con paciencia y tranquilidad estirándolas los 180 minutos, y sobreponerse a la adversidad, fajándose en el barro siempre con la dureza de un soldado de los tercios españoles que atemorizaron Europa en los siglos XVI y XVII y la finura de un artista cuando tocaba y lo permitían las circunstancias. La Champions League en estas dos últimas temporadas mantiene lo afirmado (Milan 0-1 y 4-1, Barcelona 1-1 y 1-0, Chelsea 0-0 y 1-3 en 2014; Leverkusen 1-0 y 1-0 con eliminatoria decidida en los penaltis, Real Madrid 0-0 y 1-0 en 2015).

El 0-0 de esta noche a Simeone y los suyos les incomoda poco. A pesar de la superioridad numérica durante casi 25 minutos, eso casi fue un estorbo más que una ayuda. Si el Atlético sabe hacer daño es con ataques rápidos y verticales, de pocos toques, transiciones lentas y superioridades por fuera, juego directo y ganar la segunda jugada en campo rival para asentarse y el producto marca de la casa, el balón parado. Simeone buscaba un gol, y a partir de ahí administrar la ventaja y ampliarla si lo permitían las circunstancias, pero con la premisa de no encajar. Asi que primera e importantísima premisa rojiblanca en eliminatorias cumplida: NO ENCAJAR GOL. Si encima juegas con el factor Calderón a tu favor, el Atlético de Madrid ha tenido mayores motivos para no volverse loco a pesar de la situación creada esta noche en el Philips Stadion con la superioridad numérica. Lo que antes valía aplausos sólo por ganar, hoy vilipendiado y criticado por un empate a cero. El resultadismo. Ni por ganar 0-1 en San Siro éramos unos genios que inventamos este deporte o desterramos el tiki-taka, ni por empatar hoy a cero somos una banda de colegas juntada a última hora que juega en el fútbol de élite ni estamos en crisis ni en otras chorradas para rellenar papel cuché ni pseudoinformativos deportivos ni tertulias de bar retransmitidas en televisión. Mesura. Calma. Paciencia. Trabajo. Esfuerzo. Confianza. Cholismo.

Y es que en el partido de ida Simeone nunca ha sido amigo de apostarlo todo y quedarse sin nada...

Resultados de partidos de ida en eliminatorias con Simeone al frente del At. Madrid
Rival
Competición
Resultado
Temporada 2011/2012
SS Lazio
Dieciseisavos de final Europa League 2011/2012
1-3
Besiktas FK
Octavos de final Europa League 2011/2012
3-1
Hannover 96 FC
Cuartos de final Europa League 2011/2012
2-1
Valencia CF
Semifinales Europa League 2011/2012
4-2
Temporada 2012/2013
Real Jaén CF
Dieciseisavos de final Copa del Rey 2012/2013
0-3
Getafe CF
Octavos de final Copa del Rey 2012/2013
3-0
Real Betis
Cuartos de final Copa del Rey 2012/2013
2-0
Sevilla FC
Semifinales Copa del Rey 2012/2013
2-1
FC Rubin Kazan
Dieciseisavos de final Copa del Rey 2012/2013
0-2
Temporada 2013/2014
UE Sant Andreu
Dieciseisavos de final Copa del Rey 2013/2014
0-4
Valencia CF
Octavos de final Copa del Rey 2013/2014
1-1
Athletic de Bilbao
Cuartos de final Copa del Rey 2013/2014
1-0
Real Madrid
Semifinales Copa del Rey 2013/2014
3-0
AC Milan
Octavos de final Champions League 2013/2014
0-1
FC Barcelona
Cuartos de final Champions League 2013/2014
1-1
Chelsea FC
Semifinales Champions League 2013/2014
0-0
Temporada 2014/2015
UE L’Hospitalet
Dieciseisavos de final Copa del Rey 2014/2015
0-3
Real Madrid
Octavos de final Copa del Rey 2014/2015
2-0
FC Barcelona
Cuartos de final Copa del Rey 2014/2015
1-0
Bayer 04 Leverkusen
Octavos de final Champions League 2014/2015
1-0
Real Madrid
Cuartos de final Champions League 2014/2015
0-0
Temporada 2015/2016
UE Reus
Dieciseisavos de final Copa del Rey 2015/2016
1-2
Rayo Vallecano
Octavos de final Copa del Rey 2015/2016
1-1
RC Celta de Vigo
Cuartos de final Copa del Rey 2015/2016
0-0

En negrita, partidos de ida fuera del Vicente Calderón

En conclusión, se puede asegurar que a Simeone le gusta mantener la eliminatoria apretada y ajustada de cara a la vuelta, sobre todo si ésta es en el Vicente Calderón.

2 - Un equipo sin gol... ¿por qué razón? El Atlético de Madrid 2015/2016 sufre para culminar sus jugadas. Una obviedad que no puede ser discutida ni ocultada, pero sí en cierto modo debatida. ¿Tiene menos gol porque genera más ocasiones o porque genera menos que en años anteriores? Sería muy dificultoso definir exáctamente si es por un motivo o por otro, pero da la sensación de que el Atlético de Madrid sigue generando las mismas ocasiones que antes, con la diferencia de que le cuesta embocarla a gol.

Remontándonos a los datos de las dos anteriores eliminatorias de octavos de final de la Copa de Europa del Atlético de Madrid con Simeone al frente, los datos estadísticos de disparos a puerta son similares. Mientras que contra el Milan en 2014 fueron 10 tiros en total y 7 a portería (con gol de Diego Costa), la campaña pasada en el Bay Arena las estadísticas oficiales hablan de 12 disparos totales del Atlético, con 3 que fueron entre los tres palos. Esta noche, en Eindhoven, el equipo rojiblanco dispuso de ocasiones para hacer gol (más allá del bien anulado por falta de Godín). Los dos mano a mano de Griezmann y Vietto fueron las mejores ocasiones de los 12 disparos totales que los rojiblancos probaron contra los de Cocu, de los cuales sólo cuatro iban entre los tres palos.

Los resultados y desarrollos de las eliminatorias europeas del Atlético de Madrid en Liga de Campeones se repiten durante la 'era Simeone'. No encajar gol como primera premisa, hacer el partido espeso, incómodo para el rival, pegajoso, duro, cerrado y donde el resquicio a encontrar sea mínimo. Los rivales lo saben en esta primera instancia, y le conceden una supuesta superioridad en el manejo del balón al Atlético de Madrid que Simeone y los suyos no aceptan de buen grado en la máxima competición continental. El Atlético prefiere negociar los espacios (pocos) que habrá durante el partido, y a partir de ahí trabajar su plan y su idea, siempre con la premisa de no encajar en la ida por delante del resto. Y aún así, en las tres eliminatorias de octavos dispuso de sus ocasiones, incluso logró vencer en San Siro, la morada del segundo equipo con más 'Orejonas' de la historia. Ahora tiene que cerrar el pase en Madrid gestionando un cero a cero, sin tener que hacer ninguna remontada ni heroicidad, sólo jugar un partido de fútbol de 90 minutos donde sólo le vale ganar. Porque esto de blindar la portería y buscar la victoria con paciencia fue así, sigue siendo así y seguirá siendo así mientras Simeone sea el entrenador del Atlético de Madrid.

3 - Simeone echa de menos a los hombres. Lo dijo nada más llegar, y lo ha ido afirmando cada vez que ha podido. Nunca se ha fijado en el DNI del que juega ni en su fecha de nacimiento, sólo en sí está listo para ejecutar su plan durante los 90 minutos. Pero ahora echa de menos a jugadores con experiencia y soltura en estas lides.

Cierto es que el núcleo duro (Godín, Gabi, Juanfran, Tiago, Koke, Filipe Luis, Torres, Jesús Gámez, Giménez) sabe moverse en estas instancias y alturas de la competición con soltura y firmeza. Pero no menos cierto es que para muchos, esta se trata de su primera (Correa, Vietto, Augusto Fernández, Kranevitter, Thomas) o segunda (Griezmann, Óliver, Saúl, Oblak. Ferreira-Carrasco) participación en la Copa de Europa. Y eso, en una competición tan compleja en sus entresijos, en su forma de afrontarla y prepararla, es una handicap muy importante contra el que pelea el Atlético de Madrid.

En lo que se suponía un año en el que la plantilla rojiblanca se rejuvenecía para dar paso a otras figuras que crecieran, se adaptaran y se consolidaran como grandes peloteros bajo el manto de Simeone sin renunciar a nada, con una de las medias de edad más bajas de la competición, los rojiblancos siguen al pie del cañón, pero echan de menos la habilidad y fortaleza mental de buena parte del grupo que se ha marchado en estas temporadas del Vicente Calderón (Courtois, Diego Costa, Miranda, Raúl García, Mandzukic...). Gente que sabía moverse en estas alturas sin dudar ni pestañear y conectaba con todos los presentes en el Calderón por su entrega y trabajo. En momentos así, el Atlético de Madrid hubiera encontrado petróleo en la testa del hispano-brasileño o del croata, hubieran jugado con la potencia del navarro Raúl García para ganar balones aéreos y tendría un baluarte potente en la zaga con Joao Miranda, capaz de sacar la pelota jugada con elegancia, hacer faltas inteligentes, no permitir al rival tener orden y darle a su equipo sereniedad y sobriedad...

Gente con un valor común, la determinación. Saben estar, saben gestionar los minutos finales, no cometen errores que les condenen, no son expulsados, recuperan balones que son balones de oxígeno, no pierden la cabeza ni la concentración... jugadores de los que gusta Simeone primero y el Calderón luego. Futbolistas con un carácter y un peso en el vestuario enorme. El Atlético de Madrid extraña ese perfil de futbolista que ordena, manda, hace jugar y juega, y sobre todo, que es un referente y un símbolo para el resto de sus compañeros sobre el campo. Un jugador al que dársela en los momentos de apuro y que alumbre los ratos de dudas, tinieblas y sombras para convertirlos en respuestas con la pelota y seguridad en el partido para el colectivo. Griezmann no parece encontrarse fino en estos momentos, y el Atlético de Madrid añora a quién dársela para resolver problemas... al estilo de Messi sin ser Messi, salvando las distancias.

¿El Atlético pasa un mal momento? Cualquiera lo diría, viendo que sigue en pie en Europa y segundo en liga (con el objetivo de asegurar la tercera plaza cuanto antes, y no ganar la liga como venden muchos periódicos y medios). Ni mucho menos es el mejor momento de estos cuatro años con Simeone, pero no es el infierno. El infierno era la Segunda División o la complicidad mediática de equipo simpático de medio pelo con una gran masa social siempre ridiculizado por el Albacete, Groningen, Politécnica de Timisoara u OFI Creta de turno. Cierto es que la fluidez en el juego no está, que el gol cuesta horrores, que las victorias se sudan mucho, a veces más de lo necesario, pero también es cierto que eso es lo que ha pregonado siempre Simeone. Correr, trabajar, pelear, sufrir, esforzarse, creer, luchar... y esperar que la caprichosa victoria te sonría y se acurruque en tus brazos tras los 90 minutos. Un mal momento de un buen equipo, eso es todo lo que ocurre. Y eso sólo se soluciona con trabajo, fe y constancia.

Sólo 22 clubes tienen la Copa de Europa en sus palmarés (uno de ellos convive en nuestra ciudad y nos recuerda constántemente que posee más que nadie). No es fácil. Otros grandes históricos (Arsenal, Roma), y los nuevos ricos (PSG, Manchester City) siguen sin saber lo que es ganarla. El camino no es fácil. Nunca lo fue y nunca lo ha sido. Ni siquiera ellos han disputado las dos finales que ya ha jugado la entidad rojiblanca en sus casi 113 años de historia. Así es el fútbol. Así es la Copa de Europa. La muy jodida. La muy esquiva. La muy puta. La Puta Copa de Europa. Aquella que le debe una al Atlético de Madrid por la de Bruselas y la de Lisboa...
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