miércoles, 6 de junio de 2012

Dinamarca, una Cenicienta muy futbolera

Sí alguna vez, una pobre y maltratada Cenicienta hubiera querido ser un país, hubiera elegido a Dinamarca. Nadie escribió mejor guión, con más recovecos y dificultades, para terminar con el final más bello posible, ser campeón de Europa de 1992.

El 31 de mayo de 1992, el mundo del fútbol vivía un pequeño shock, con la decisión de FIFA de excluir a Yugoslavia de la Eurocopa de 1992, que comenzaba el 10 de junio en Suecia, de acuerdo con la resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que habían decretado el bloqueo político y económico contra el país dirigido por Slobodan Milosevic. La selección que reemplazaría en el torneo a los balcánicos sería Dinamarca.

Una selección hecha deprisa y corriendo

El seleccionador danés, Richard Møller Nielsen, reunió deprisa y corriendo a un grupo de veinte jugadores entre los que destacaba una cosa. La estrella del combinado danés, el mejor jugador de los escandinavos, uno de los mejores 10 que ha dado Europa a mediados de los años 80 y los 90, Michael Laudrup, no acudiría a la llamada de su selección. El futbolista danés, que terminó la liga española el 7 de junio, ante la no clasificación del combinado español para la última Eurocopa con 8 equipos, alegó cansancio, y una temporada muy larga, para renunciar a disputar con su país la cita europea.
Sin Laudrup, y con un grupo de futbolistas en el extranjero, como Schmeichel, Larsen, Olsen, Eran Poulsen… que llevaban entre 2 y 3 semanas de vacaciones, la empresa que se le antojaba a la pequeña Dinamarca era imposible en el país vecino. Muchos de los futbolistas llegaron a disgusto a la concentración danesa el día 2 de junio, a falta de 8 días para que comenzara la Eurocopa sueca. La ausencia de Michael Laudrup dejó como máximo referente al meta Schmeichel, acompañado de Larsen o el archiconocido y elegante Bryan Laudrup.

Para rebajar la tensión generada, Møller Nielsen aceptó que los jugadores y las mujeres pudieran hospedarse juntos en el hotel de concentración danés. Aquel hecho animó sobremanera a los jugadores, que entendieron que no iban sólo a la Eurocopa a competir por su país, si no a divertirse y a pasarlo bien. Dinamarca era la viva imagen de la alegría, a pesar de los temores al primer partido.

Empate a 0 con Inglaterra, y derrota con Suecia

La Eurocopa no empezó con buen pie para el combinado danés. O quizás sí. Los daneses llegaban con muchas dudas al primer partido de la Eurocopa frente a Inglaterra. Su preparación había sido muy corta comparada a la de otros participantes, y muy precipitada por lo extraño de las circunstancias, pero los daneses aguantaron el primer envite en el torneo ante los pross, y acabaron el partido con un empate a cero que alimentaba ciertas esperanzas de un buen papel.

Dinamarca ganó su primera y única Eurocopa en 1992, tras la exclusión de Yugoslavia por la guerra de los Balcanes.
Esas pequeñas esperanzas parecía que se diluían pocos días después. En un duelo entre vecinos escandinavos, el duelo por excelencia del norte de Europa, Suecia y Dinamarca se medían en el Rasundastadion de Estocolmo. El empate de ambas selecciones en la primera jornada, y el empate de Francia e Inglaterra en el partido anterior, daban un toque de importancia máxima al choque.

Los suecos aprovecharon su ocasión meditante el goleador rubio Thomas Brolin, y vencieron por la mínima, colocándose en lo más alto del grupo, a falta de disputar la última jornada. La derrota afectó a los daneses, que se vieron con pie y medio fuera de la Eurocopa y volviendo a hacer las maletas para retomar las vacaciones.

Francia, y el cuento de la Cenicienta

Dinamarca, sin presión alguna, por eso de verse con pocas opciones de clasificarse para las semifinales de la Eurocopa, salió al partido a divertirse. Pero los daneses calcularon mal los efectos, e hicieron un gran partido que terminó con la resistencia de la Francia dirigida desde el banquillo por Michael Platini, y capitaneada por el mítico Jean Pierre Papin. El equipo danés marcó en el minuto 8, por medio del pichichi Henrik Larsen.


Papin, antes del descanso, empataría un partido que se le había complicado sobre manera a Francia. Pero la cercana ciudad de Malmö, que conecta con Copenhague a través de mar y carretera, vio el primer atisbo de luz danés cuando Elstrup ponía el 1-2 para los daneses cerca del final del partido. Dinamarca se veía en semifinales por tercera vez en la historia de la Eurocopa. Finalmente, la “Dinamita Roja” se impuso a “Les Bleus” y se coló entre las cuatro mejores sin invitación. En semifinales esperaba la temible Holanda, defensora del título.

Holanda se creía superior, y se quedó en los penaltis

El siguiente escollo de una Dinamarca que estaba soñando de verse en semifinales de una Eurocopa a la que llegó de rebote fue Holanda. En palabras de Peter Schmeichel: “Un equipazo con Van Basten, Rijkaard, Gullit, Bergkamp…” Los daneses aún cuentan con orgullo la altanería y altivez con la que los holandeses les miraban, confiados de que serían capaces de golearles sin despeinarse y acceder a la final del Üllevi Stadion de Goteborg.

Henrik Larsen, en estado de gracia, anotó otro gol tempranero. Esta vez, en el minuto 5, Dinamarca se ponía por delante en la semifinal con gol del centrocampista del Lyngby por entonces. Bergkamp pondría las tablas en el minuto 23, para alivio tulipán, pero nada más lejos de la realidad, cuando de nuevo Larsen volvía a adelantar en el marcador a los escandinavos. Dinamarca se creció con el resultado, y redobló sus esfuerzos por mantener la renta hasta el final.

La estrella del equipo, Michael Laudrup, no acudió a la Eurocopa. El cansancio y la larga temporada, motivos de la ausencia del mejor jugador danés de todos los tiempos.
Pero la crueldad quiso hacer dudas a los daneses sobre sus opciones reales. A falta de dos minutos, Frank Rijkaard empataba el partido a la salida de un saque de esquina, tras unos rechaces en el área de Schmeichel. Los daneses sobrevivieron a la prórroga, y llegó la mágica tanda de penaltis. Empezó tirando Países Bajos. Marcaron Koeman y Henrik Larsen. En el siguiente lanzamiento neerlandés se agrandó la leyenda de Schmeichel, guardameta del United.

El portero detuvo el lanzamiento de Marco Van Basten, y Poulsen puso por delante a los suyos. Nadie más falló. Bergkamp Rijkaard, y Witschge; y Elstrup, Vilfort y Christofte anotaron y Dinamarca clasificó para la final de la Eurocopa. Especial fue el de Christofte, con marcada chulería para decidir los penaltis, tras las constantes provocaciones y salidas de tono de Van Breukelen, que con malas artes trataba de desestabilizar a los lanzadores rivales antes del penalti. El zaguero no tomó carrerilla, y con un lanzamiento a su lado izquierdo engañó al portero del PSV para certificar que aún no eran las 12 de la noche para Cenicienta Dinamarca.

Alemania, la final ante el Campeón del Mundo

Afuera quedaba Holanda, campeona de Europa en el 88, privada por los de Møller Nielsen a revalidar su título. Y en la final, Alemania, la campeona del mundo en Italia 90'. El no va más para Dinamarca. Cuenta la leyenda antes de la final, que mientras los alemanes se albergaban en un hotel al que era practicamente imposible acceder o conseguir una sola imagen del conjunto de Berti Vogts los daneses estaban de fiesta y jolgorio en los entrenamientos y en la concentración con las mujeres. Tanto es así, que el sábado antes de la final, los daneses fueron a comer a un McDonald's con sus parejas, según reza la leyenda urbana.

El caso, sea como fuere, es que Dinamarca y Alemania se veían en Göteborg. La “Dinamita Roja” suscitaba el respeto del fútbol europeo al comienzo del partido. Al final del partido, Europa admiraba a Dinamarca. En un gran partido de fútbol, donde Alemania llevó el mando del partido, con muchas ocasiones, Dinamarca venció a los teutones por 2-0. En el primer tiempo, poco tiempo después de que se cumpliera el primer cuarto de hora del partido, Faxe Jensen hacía el 1-0 para los escandinavos.

Alemania, con su orgullo de campeona del mundo herido, y el carácter guerrero de los germanos, buscó con ahinco el empate. Ni Klinsmann, ni Karl Heinz Riedle, ni Hässler pudieron llevar a los suyos al empate. Cuando no era el desatino de los puntas alemanes, era la salvadora presencia de Peter Schmeichel la que negaba los goles de los germanos. Alemania, a pesar de ello, no desistió en el intento de igualar la final, pero tuvo que rendirse.

Vilfort escribió con letras de oro el último capítulo de la Eurocopa de Suecia de 1992. El modesto jugador del Brondby danés recortó con su derecha para zafarse de la marca de los centrales teutones, tras recibir un pase de cabeza de Klaus Christensen, y con su zurda soltó un latigazo pegado a la cepa del poste izquierdo de la meta de Bodo Illgner, el que sería en un futuro mítico guardameta del Real Madrid íntegrante del equipo de la Séptima Copa de Europa. Era el 2-0. La culminación de un sueño.

El gol de Vilfort, que entró por donde pastan las vacas, como dicen los clásicos del fútbol, valió para que por fin Dinamarca liberara esa extraña mezcla de sueño, ilusión y realidad con la que se había proclamado campeona de Europa, tras llegar de “aquella manera” al Europeo. Además, Larsen era el pichichi del torneo, junto a Riedle, Brolin y Bergkamp. El Üllevi de Göteborg se vistió de rojo danés para celebrar lo que ha sido el mayor cuento de hadas jamás contado a una selección de fútbol, que protagonizó el papel de una Cenicienta moderna, que nunca tuvo que escuchar las campanadas de medianoche para despertar de un sueño que era real como la vida misma.


Plantilla de Dinamarca 1992:

1- Peter Schmeichel, 2- John Sivebaek, 3- Kent Nielsen, 4- Lars Olsen, 5- Henrik Andersen, 6- Kim Christofte, 7- Faxe Jensen, 8- Jan Molby, 9- Fleeming Povlsen, 10- Lars Elstrup, 11- Brian Laudrup, 12- Torben Piechnik, 13- Henrik Larsen, 14- Torben Frank, 15- Bent Christiansen, 16- Mogens Krogh, 17- Claus Christiansen, 18- Kim Vilfort, 19- Peter Nielsen y 20- Morten Bruun

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