jueves, 24 de mayo de 2012

Antonio López, un buen Atlético


El Atlético despide a dos grandes capitanes. Diríase que incluso a dos leyendas que ahora, de cuerpo presente, parecen menos de lo que significan para un club de la gran historia que posee el Atlético de Madrid. Quizás por el carisma que generó y su humildad, Perea haya sido más aclamado desde la grada, pero es hora de hacer justicia con el otro gran capitán del Atlético de Madrid. Antonio López también sale de la entidad, quizás no como le hubiera gustado, pero sí con la grandeza que merece.

343 partidos oficiales en 10 temporadas, con 2 etapas diferenciadas, cortadas por un breve paso por Osasuna, tres títulos europeos y el ascenso a Primera División en su haber. Antonio López ha pasado de todo en el Atlético de Madrid. Canterano desde que llegó a la entidad colchonera con 15 años, abandonando su Benidorm natal para venir a Madrid a cumplir el sueño de su infancia, jugar en el Atlético de Madrid.

“Me conformo con ser suplente del Atlético de Madrid”, le decía a su hermano cuando tenía aún 12 años. No capitán, ¡oh capitán, mi querido capitán!, tú has sido una leyenda de este club. Tú has tenido el privilegio que muy pocos en este club han tenido, salir por la puerta grande. Otros tantos como tú, que ocuparon un hueco enorme en la historia y un vacío profundo en la afición salieron por la de servicio. Tú no, por suerte, y es de agradecer que el Calderón haya podido despedirte como mereces.

La afición no te tendrá el cariño y la reverencia que se le tiene a los ídolos, pero tienes algo más importante de ellos, el respeto. Muchos que han salido recientemente perdieron el respeto de parte de ellos por sus formas para salir del Atlético de Madrid. Tú, querido Antonio, sirvan estas líneas para recordar que poquitos hombres en la historia del Atlético llegaron a los 343 partidos oficiales, y han vivido tanto como tú. Pocos saben lo que es salir de la cantera, jugar en Segunda División, salir del club, volver, y contribuir a devolverlo en parte a su status natural. Le has dado al club todo, hasta en tus peores momentos personales.

Ese camino del infierno al cielo, la larga travesía por el desierto que hizo el Atlético de Madrid, la conoces mejor que nadie. Tú has estado aquí, viendo como sufríamos un año más en Segunda, como costaba ascender. Pasaste esos años sin pena ni gloria en Primera, los años que un maestro como Luis Aragonés vaticinó como necesarios para asentarse en Primera División de nuevo. Tú fuiste lateral del equipo que nos devolvió a la Champions League, tú jugaste aquella Champions sin perder ni un sólo partido de 8 disputados.

También conoces lo que ha sido la gloria. Porque en este club, hay muy pocos futbolistas que puedan presumir de ganar tres títulos europeos con el Atlético de Madrid. Quizás, porque hasta el gran 2010, sólo habíamos ganado la Recopa de Europa del 62. Y hoy, que te marchas, que por temor a perder oportunidades no te volveremos a ver de rojiblanco, nos has dejado una herencia de 2 Europa League, 1 Supercopa de Europa, y la sensación de que el Atlético es más grande y siempre permanece, más grande que los Kun, De Gea, Reyes, Forlán... y tantos jugadores que han vestido esta camiseta en tus diez años como jugador colchonero. Tantos que se pierde la cuenta en la memoria de la gestión de los Gil.

Sabemos que los que heredan tu brazalete están preparados. Gabi, Domínguez, Mario... están listos, han aprendido de un buen maestro. De un buen capitán. Ante todo, del canterano perfecto. El que subió con trabajo y esfuerzo, se quedó con humildad en el primer equipo, se marchó a Osasuna con dolor a formarse como futbolista, y volvió siendo un hombre. El hombre se hizo titular, el titular se hizo capitán, y el capitán ya es leyenda del Atlético de Madrid. Antonio López, un buen atlético.

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