jueves, 1 de diciembre de 2011

El Atleti tira de orgullo ante la mística de Glasgow

El Atlético volvía al escenario que le hizo mayor en los libros de historia. Aquel donde demostró que hubo un tiempo en el que no quería ser pez chico, quería ser pez grande y comerse a los peces pequeños. Un campo con mística, con tirón, con abolengo y con jerarquía en el fútbol europeo. Un escenario de los grandes para un club histórico, que no es tan potente como hace décadas, cuando caminos de católicos y colchoneros se cruzaron por primera vez en una semifinal de la Copa de Europa.

Todo el mundo sabe lo que sucedió aquella noche de abril en Glasgow. Los dos equipos se zurraron de lo lindo, el Atlético cosió a patadas a Johnstone, y Ayala, Panadero Díaz y Heredia acabaron el partido expulsados. El Atlético aguantó el marcador con dos hombres menos, y resolvió la eliminatoria en el Calderón, venciendo por 2-0. El Atlético se ganó el respeto de Europa con aquel partido, que supone una de sus mayores gestas, por el escenario, el rival, la competición, las alturas de la temporada, las expulsiones, el valor y arrojo rojiblanco...y sobre todo, aquel equipo entró en la memoria de generaciones atléticas orgullosísimas del Atlético.

Esta noche aparecía otro Atlético. Un Atlético desconocido para media Europa, que no impone respeto, al que  casi nadie teme. Que salió vapuleado del derbi, primer tramo de partido bueno aparte. Un equipo del que no queda nada de las grandes gestas históricas. Que tampoco guarda mucho del alma y el espíritu que les llevó a vencer en Hamburgo su primer título en 14 años de desierto.

El Atlético tomó el rumbo de la hombría y el orgullo por encima de todo. En un partido grande con un ambiente menor. Grande por el significado, el escenario, el rival. Por el objetivo. Por ganar por primera vez fuera de casa. Por cambiarle la cara a la temporada de una vez, por encontrar el paso de una vez. Manzano volvió a apostar fuerte con Reyes fuera del once. Un Reyes que ni siquiera jugó. Algo más allá de lo personal se masca entre el técnico y el futbolista, si no, difícil de explicar que Salvio siga por delante de Reyes. Manzano se expone de nuevo a los cánticos del Calderón el domingo reclamando a su estrella.



Aparte de eso, Arda y Diego. Comandaron ambos al Atlético en su asalto al templo católico de Celtic Park, hogar de la afición del equipo católico. Más irlandés que escocés este Celtic en su idiosincrasia. El Atlético profanó el estadio escocés gracias a que Arda y Diego se pusieron las pilas, y demostraron que son el motor de este equipo, aunque les falten los caballos desbocados de Reyes para ser mucho más completos. No es que el Atleti hiciera un partido brillante, pero sí serio, con sensación de mando y control sobre el rival, de manejar cuando quería la situación.

El turco logró marca su primer gol del año con la camiseta del Atlético. Un tiro lejano suyo que Foster no acertó a atajar fue suficiente para que el Atlético se pusiera por delante ayer. Y el Atlético tuvo ocasiones suficientes para poder haber ganado con holgura en Celtic Park. Pero la falta de acierto hizo sufrir en demasía al Atlético. A pesar de que la defensa estuviera más entonada que otros días, Courtois tuvo que aparecer para descolgar pelotas y rechazar las ocasiones escocesas. El belga sigue haciéndose grande en la portería del Atlético.

Los colchoneros respiramos con la clasificación, ganamos en un partido duro, y esperamos que llegue el derbi ante el Rayo para medio desquitarnos de la siempre amarga derrota ante el Real Madrid. Aún queda mucho que trabajar y que cambiar todavía de cara al futuro. La pelea es clara. Quitar la bicefalia del club, y esperar que los que juegan respondan sobre el campo a las exigencias de la historia del club. Lo más importante ayer era ganar. Contra el Rayo será ganar. El Atlético tiene que pensar sólo en ganar, con una serie de buenos resultados consecutivos, la tranquilidad y el buen juego volverán. Luego, entrar en Europa por la vía Champions, pero eso es harina de otro costal si jugadores y entrenador no se ponen las pilas.

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