jueves, 14 de abril de 2011

Asesina Silenciosa de mi vida

Otra noche sin dormir, y van muchas ultimamente. Otra noche sólo, intentado no recordar, sintiendo el puro frío de la almohada y la sábana sin tu abrazo para reconfortarme. Estos últimos están siendo los peores días de mi vida...quizás porque se acerca Semana Santa, la que tanta pasión te despertaba; quizás porque cada día que pasa me siento más sólo y más lejos de tí.

Lo he intentado guardar en lo más profundo de mí, guardado con cariño, pero sabiendo que no volverá aunque me niegue a creerlo...y aún así, no puedo guardarlo, todavía me da escalofríos pensar que estoy sólo, que te he perdido, que me engaño pensando que seré feliz en brazos de otra, en los labios de otra...Cada vez me cuesta más aceptar las caricias de otras manos, sentir el calor de otras palabras...Me voy volviendo frío, duro, insensible ante los demás...pero no ante la soledad.

Me he engañado año y medio pensando lo mismo cada día, que podría olvidarte...pero en mi cabeza pesan las promesas que te hice, rotas por nuestro orgullo, por no habernos sabido renovar, por no habernos cogido de la mano como siempre y haber comenzado a andar el camino sin pensar en lo que deparará o no, simplemente aprovechar el momento que vivimos e ir decidiendo según hubieran venido las oportunidades...Y es que te prometí que te amaría siempre, que los besos y los abrazos de otra jamás me consolarían si algún día te perdía...y la vida me castiga con cumplir esa promesa que jamás quise realizar. Te juré mi más fiel amor y así siempre ha sido. Jamás he pensado en besar o en estar con otra mujer mientras estuve 4 años contigo. Te dije que eres la única...y sí, eres la única a la que he amado...Posiblemente la única que amaré en mi camino...

Te he amado tanto, te amo tanto...que vivo lleno de rabia y dolor sin tí, que los recuerdos me hacen un nudo en el corazón que me ahoga y me mata por dentro cada día...porque cada día tengo una doble pelea, seguir con mi vida y hacer que nada ha ocurrido y nada me afecta, pero eso es algo que yo sé que interiormente no acepto, que mi naturaleza rechaza, que se rebela contra este destino...pero es lo único que puede hacer, rebelarse, porque tú ya encontraste el amor en los brazos de alguien mejor que yo...pero no que te quiere más que yo. Eso sé que irá a la tumba conmigo, jamás nadie te querrá como yo.
Pero eso mismo es lo que me mata y lo que nos mató, te quise tanto que me cegué, que olvidé que no había que querer solamente, que había que luchar, que había que protegerte, que había que cuidarte...que había unos recuerdos a los que sonreir y un futuro a tu lado que mejorar...Pero los sueños son huidizos, traicioneros, incoherentes, irreales...y son muy frágiles...Dí en alto que sueñas, y el sueño se romperá...al sueño había que susurrarle al oido, había que tratarlo con suavidad...y yo lo abracé con tantas ganas que lo rompí en mil pedazos cuando abrí los ojos.

Ya ni siquiera la pelota me ofrece un mínimo consuelo...he visto, he tenido miles de imágenes tuyas mientras juego, acumulando más dolor y más rabia...ya no grito gol de alegría, ahora grito gol de rabia, de impotencia, de pedirle clemencia a Dios, de dejar que me libere de esta cárcel invisible de la que soy preso alejado de tí. La última vez que grité gol lo comprendí todo, me arrodillé y me tapé la cara, porque no quería que nadie viera que te había imaginado en esa esquina de la pista donde me arrodillé, donde quise pedir perdón a un reflejo tuyo...Aquella esquina donde alce la cabeza altiva, llena de orgullo y vacía de esperanza, buscando nuestra estrella, aquella que siempre buscábamos desde nuestros primeros días, anclados en la puerda de tu casa en largas noches de verano, en la que la ilusión de dos críos pasaba a ser el amor de dos personas que se hacían adultas. Y grité pidiendo perdón, sintiendo otra puñalada más de tu grato y a la vez oscuro recuerdo, el cual me persigue siempre, mi segunda sombra.

Estoy harto de suplicar perdón a quién haga falta por volver a sentir una última caricia tuya, de implorar volver a verte a mi lado, de esperar un milagro que jamás sucederá...Estoy hastiado de miles de noches llorando sin lágrimas, llorando sangre...De mantener una pelea imposible contra un enemigo invisible y lejano. De recorrer un desierto en el que no hay oasis ni salvación, sólo la eterna ingratitud y la poderosa demostración de lo que duele olvidar el amor verdadero...

Y muchas veces no se olvida...simplemente pides a Dios que te enseñe a convivir con el dolor y a engañar a todos con una sonrisa forzada, con una mueca de alegría que duele tener todo el día por miedo a mostrar el verdadero rostro del dolor, de la demacración que crea esta pena con la que convivo, esta angustia, asesina silenciosa de mi vida...

Cada día pasa más lento, se hace más eterno, no tienen 24 horas, tienen 100...y aún así todavía tengo arrestros a creer en los milagros...y que la luz volverá a mí...Aún sigo buscando una razón para olvidarte...asesina silenciosa de mi vida...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Twittear