martes, 26 de abril de 2011

Las batallas pasadas

Después de 210 minutos de clásicos, se desata la batalla de todas las batallas. Llega la semifinal calentita. Pero antes de entrar a analizarla, es mejor analizar lo pasado para averiguar que nos deparará el futuro. Y es que el partido de liga nada tuvo que ver con la Final de Copa del Rey. De unos conocíamos sus cartas, al ataque, siempre con el balón como argumento. De otros esperábamos el cambio tras el humillante 5-0.

Y el cambio llegó. En el Bernabeú el Madrid fue más defensivo. Özil como suplente significaba renuncia al ataque, a disputar la posesión y dominar el choque. El Madrid quiso ser un equipo contragolpeador, y realmente lo fue, pero sin tirar apenas a puerta el primer tiempo. No tuvo opciones de salir ante un Barcelona dominador como siempre, pero sin llegar a estar cómodo realmente en el partido. El Madrid le cortaba las líneas de pase, le faltó profundidad, buscó lograr el juego largo, a la espalda de los laterales del Madrid. En diagonal, aprovechando que Ramos y Marcelo subirían. Pero esas opciones sólo aparecieron una vez, en mano a mano de Messi contra Iker. El segundo tiempo quedó marcado por la expulsión de Albiol. La entrada de Özil le dio al Madrid la opción de atacar. La superioridad del Barcelona le dió al Madrid espacio, porque el Barcelona no quiso hacer sangre. Al final, el empate y las espadas en lo alto para lo importante.

Y lo importante es que Pepe multiplicó por 10 su buen hacer en el Bernabeu. Lideró el trabajo defensivo del Madrid todo el partido. Secó a Messi. Secó al Barcelona. Mestalla fue un escenario engalanado para una gran final. Y el Madrid se creció en las grandes citas (COMO SIEMPRE!!). Es de admirar la facilidad y la mentalidad ganadora de ese club. Nunca se empequeñece en los grandes retos. Y la del miércoles pasado fue una gran final. Se lanzó con las líneas adelantadas, buscó con personalidad al Barcelona arriba, tenía gasolina, ritmo e intensidad. Özil titular. El Barcelona tuvo más posesión, pero menos ideas. Las contras mortales del Madrid, con el disparo de Pepe al palo y la parada de Pinto a Cristiano, pudieron marcar la final. Fue a todas las disputas y las ganó. Fue a la batalla dialectica y fijó su terreno en el campo. Puede que ahí el Madrid comenzara a ganar la final. Marcando carácter. Como en su larga historia.

El segundo tiempo cambió la final. Apareció la profundidad del Barcelona. Messi tuvo espacios y se agrandó. Xavi encontró líneas de pase, Iniesta buscó las paredes. Villa y Pedro tuvieron sus ocasiones. Pedro la marcó, pero quedó en fuera de juego. Muy justito. Al límite. Tuvo más ocasiones el Barcelona. El Madrid se desfondó defendiendo. Özil no aguantó y el Madrid tuvo que retrasarse. Demasiado tiempo defendiendo. Pero ahí apareció la gran baza del Madrid en defensa. Iker Casillas apareció cuando pintaban bastos y logró mantener en Madrid al pie. Llegó la prórroga. Las piñas en el medio, atendiendo a Pep y Mou, simbolizan la encarnada rivalidad entre ambos.


El Madrid tomó aire, y ganó al contraataque la final. Buscó su otra gran baza. Cristiano Ronaldo. No apareció en el segundo tiempo. Era consciente de que los últimos 30 minutos de partido eran los suyos. Los explotó. Tuvo una primera antes de la del gol. EL GOL. Era una final para decidir por pequeños detalles. Y el cabezazo de Cristiano fue magistral, de libro, de los que se enseñan en las mejores escuelas del mundo. Cazado en lo alto, ganando al defensa la posición, aprovechando la fuerza del centro, marcando los tiempos, y golpeando en el momento preciso, a la altura adecuada para que entrase pegada al larguero. Imposible de parar. El Barcelona no era tan superior como tras el descanso de los primeros 45 minutos. No le daba la gasolina. Tenía posesión, tenía el dominio del balón, pero no controló al Madrid. El Madrid le maniató, y a la contra pudo sentenciar. Pinto mantuvo la opción del empate viva. Pero las prisas y el esfuerzo pasaron factura. El Madrid venció con justicia. Se le podrá criticar la excelencia, su valentía, su atrevimiento, su capacidad de mutar en función del rival y por defender más que atacar, pero no se le puede criticar que todo lo que hizo en Mestalla, lo hizo a la perfección, fuera mucho o poco según se mire. Lo necesario para ganar al Barcelona toda una Final de Copa del Rey. Queda la batalla final. La Champions.

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