jueves, 7 de julio de 2011

Argentina juega con fuego...desde hace años. La mala educación.

Argentina disimula y mira para otro lado desde hace muchos años, no lo quiere ver o lo reniega todo, en un excelso ejercicio de egocentrismo y narcisismo puro y duro. Lo de anoche es otro capítulo más en su búsqueda tremendista de la sucesión al trono, de ocupar el 10 en la albiceleste con el mismo éxito que lo llevó don Diego Armando Maradona, maleducado, bocazas y rebelde fuera del campo; genio y figura, el mejor de la historia dentro de él. Un mundial y un subcampeonato a sus espaldas. Desde entonces, un país que lleva 21 años sin visitar las semifinales de un Mundial, y 18 años sin ganar en una Copa América. Tan sólo los mundiales sub 20 del 95', del 2005 y del 2007; y los juegos olímpicos de 2004 y 2008 dan lustro al pobre bagaje argentino.

Y es que desde que apareció Messi, Argentina sólo se ha acordado de su verdadera esencia en Pekín 2008, cuando el Checho Batista, entrenador de aquella selección, alíneo a los mejores de las generaciones de 2005 y 2007 con Riquelme, Ayala y Zanetti. Argentina barrió en la Olimpiada de Pekín liderada por el Pocho Lavezzi, Messi, Kun, Riquelme...y nunca nadie más volvió a ver un 10 puro en Argentina. La albiceleste no deja de fabricar futbolistas que jueguen en el enganche. Pero no les da salida hacia los mayores.

Para qué crear a Ricky Álvarez, Enzo Pérez, Maxi Moralez, Javier Pastore, Pablo Piatti, Erik Lamela...la nueva generación de 10...que heredaron de Aimar, de Riquelme, de Verón, de la Gata Fernández, Romagnoli...que a su vez heredaron del Muñeco Gallardo, del Burrito Ortega...y estos recogieron el testigo de Maradona, de Bochini, Burruchaga...e incontables enganches argentinos. Argentina, tierra del mediapunta por excelencia, del futbolista entre líneas que maneja el juego, organiza a su equipo y da el último pase, se muere por renegar de él.

Anoche fue un castigo ver sobre el campo a 3 volantes juntos. Mascherano, Cambiasso, Banega. Muy equilibraditos los 3, con un concepto académico del juego, pero sin morder ni mandar, sin ser transgesores con el equipo rival ni ofensivos, pendientes de equilibrar por colocación más que por dominación de la posesión. Argentina, tierra también de volantes ofensivos, que saben llevar el peso del equipo, de Redondo, Simeone...gente que sabía sacar la pelota jugada y recuperaba porque se colocaba bien y mordía mucho mejor. Nadie como el gran Fernando Redondo para explicar la figura del 5 en Argentina, y nadie como Juan Román Riquelme para explicar el 10 en Argentina. Ellos son el fracaso de la albiceleste.

Passarella rechazó al 5 ex madridista por su corte de pelo y su preferencia por estudiar con 23 años antes que disputar un amistoso con Argentina. Redondo vistió pocas veces más la albiceleste a pesar de jugar el Mundial de 1994 de EEUU y Argentina perdió a uno de sus mejores futbolistas para la causa. Riquelme, aquel niño prodigio de La Boca que enamoraba a Europa y Sudamérica a ritmo de tango, fue menos preciado en 2002 por otra clase de equipo, y en 2006 por fin adquirió los galones que se le suponían en Argentina. El equipo llegó al Mundial jugando bien y salió del mundial jugando mucho mejor, sólo eliminado por los penaltis contra la anfitriona alemana. Riquelme aún (y aún sobra decirlo) está para llevar el peso del 10, ese peso que sólo los elegidos pueden llevar, más cuando pesa tanto cuando tu predecesor y su máximo exponente fue el mejor futbolista de la historia.

Ayer dió lastima ver a esa Argentina en la que todo pende del hilo de Messi. Un Messi que ayer se ahogaba ante una Colombia con 5 centrocampistas que juntos eran el mejor exponente del fútbol cafetero, clase, calidad y kilómetros. Tocar, tocar y correr, no parar de tocar y correr. Messi, como si estuviera despechado por su entrenador y compañeros, andará por Ezeiza enamorado de Xavi e Iniesta, sus compañeros de fatiga en el Barcelona. Esos que le nutren de juego porque dominan la posesión. Y lo que más lástima dió, es ver a Pastore en el banquillo y a los demás en casa. Álvarez, Pérez, Moralez...todos en casa. No sé todavía que es más sacrilego. Ver a Gago o Banega sobre el campo, Pastore en el banco o los tres ya referidos en casa. Pastore, por el que suspira media Europa, 50 millones de euros según su presidente Zamparini, sentado en el banco, sin jugar un minuto de Copa América. Batista, inamovible en un equipo que se ve que no funciona, no quiere saber nada del enganche. Y por suerte, si Batista no lo pone, Maradona se lo descubrió al mundo. "Pastore es una maleducado del fútbol".

Diego, que no será muy inteligente, de fútbol sabe. Merece la pena escucharle cuando sólo habla de fútbol y jugadores y no se pierde en politiqueos baratos. Pastore tiene todo lo que les falta a Cambiasso y Banega. El Kun es más jugador que Lavezzi. Y así más titulares que no están para tal condición. Pero lo de Pastore clama al cielo. El chico que junta lo mejor del 5 argentino de toda la vida, con lo mejor del 10 clásico albiceleste no juega. Roba, corre, toca, golpea de lejos, regatea, tira paredes, tiene pase interior muy bueno, golpeo de faltas increíble. ¿Que más se necesita para ser titular? Y Argentina se muere en esta Copa América sin él. Puede que clasifique a cuartos. Puede que Messi haga de las suyas. O puede que un golpe de suerte ante Costa Rica meta a Argentina en cuartos con la victoria. Puede que Argentina sufra. Pero la hinchada la pita, la hinchada no la quiere y le recuerda el pasado. "Maradooooooo,Maradooooooo" gritaron ayer en Santa Fe. Recuerdan al míster Maradona y al Diego futbolista. Pastore es la clave de todo el lío. Y el verdadero camino argentino. El que se acerca a la esencia de su fútbol y a sus raíces. A los volantes que saben sacar la pelota y a los enganches que saben definir el partido.

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