

Para qué crear a Ricky Álvarez, Enzo Pérez, Maxi Moralez, Javier Pastore, Pablo Piatti, Erik Lamela...la nueva generación de 10...que heredaron de Aimar, de Riquelme, de Verón, de la Gata Fernández, Romagnoli...que a su vez heredaron del Muñeco Gallardo, del Burrito Ortega...y estos recogieron el testigo de Maradona, de Bochini, Burruchaga...e incontables enganches argentinos. Argentina, tierra del mediapunta por excelencia, del futbolista entre líneas que maneja el juego, organiza a su equipo y da el último pase, se muere por renegar de él.
Anoche fue un castigo ver sobre el campo a 3 volantes juntos. Mascherano, Cambiasso, Banega. Muy equilibraditos los 3, con un concepto académico del juego, pero sin morder ni mandar, sin ser transgesores con el equipo rival ni ofensivos, pendientes de equilibrar por colocación más que por dominación de la posesión. Argentina, tierra también de volantes ofensivos, que saben llevar el peso del equipo, de Redondo, Simeone...gente que sabía sacar la pelota jugada y recuperaba porque se colocaba bien y mordía mucho mejor. Nadie como el gran Fernando Redondo para explicar la figura del 5 en Argentina, y nadie como Juan Román Riquelme para explicar el 10 en Argentina. Ellos son el fracaso de la albiceleste.
Passarella rechazó al 5 ex madridista por su corte de pelo y su preferencia por estudiar con 23 años antes que disputar un amistoso con Argentina. Redondo vistió pocas veces más la albiceleste a pesar de jugar el Mundial de 1994 de EEUU y Argentina perdió a uno de sus mejores futbolistas para la causa. Riquelme, aquel niño prodigio de La Boca que enamoraba a Europa y Sudamérica a ritmo de tango, fue menos preciado en 2002 por otra clase de equipo, y en 2006 por fin adquirió los galones que se le suponían en Argentina. El equipo llegó al Mundial jugando bien y salió del mundial jugando mucho mejor, sólo eliminado por los penaltis contra la anfitriona alemana. Riquelme aún (y aún sobra decirlo) está para llevar el peso del 10, ese peso que sólo los elegidos pueden llevar, más cuando pesa tanto cuando tu predecesor y su máximo exponente fue el mejor futbolista de la historia.
Ayer dió lastima ver a esa Argentina en la que todo pende del hilo de Messi. Un Messi que ayer se ahogaba ante una Colombia con 5 centrocampistas que juntos eran el mejor exponente del fútbol cafetero, clase, calidad y kilómetros. Tocar, tocar y correr, no parar de tocar y correr. Messi, como si estuviera despechado por su entrenador y compañeros, andará por Ezeiza enamorado de Xavi e Iniesta, sus compañeros de fatiga en el Barcelona. Esos que le nutren de juego porque dominan la posesión. Y lo que más lástima dió, es ver a Pastore en el banquillo y a los demás en casa. Álvarez, Pérez, Moralez...todos en casa. No sé todavía que es más sacrilego. Ver a Gago o Banega sobre el campo, Pastore en el banco o los tres ya referidos en casa. Pastore, por el que suspira media Europa, 50 millones de euros según su presidente Zamparini, sentado en el banco, sin jugar un minuto de Copa América. Batista, inamovible en un equipo que se ve que no funciona, no quiere saber nada del enganche. Y por suerte, si Batista no lo pone, Maradona se lo descubrió al mundo. "Pastore es una maleducado del fútbol".

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